La Epifanía del Señor
La Paz Sea con Ustedes,
A lo largo de la Temporada de la Navidad, la Iglesia ha tratado de ensenarnos lo que significa para nosotros que el Hijo de Dios se ha convertido en el Hijo del Hombre. Y hasta este punto, hemos sido correctamente situados dentro de un contexto Judío, un punto digno de consideracion. La Iglesia siempre ha entendido que Jesús es el Mesías que fue prometido por mucho tiempo, de la gente que Dios ha escogido llamar los suyos, los judíos. Fue de este pueblo que el Hijo de Dios se encarnó, parte de la línea ancestral del gran Rey David, y Jesús vivió su vida como un fiel hijo judío. De hecho es dentro de la misma persona de Jesús que la historia de la familia humana, y más específicamente la familia judía, encontró su perfección. Porque como verdadero Dios y verdadero Hombre, dentro de la misma persona de Jesús, fiel Israel se encuentra con su fiel Dios. Por lo tanto, como cristianos, si queremos entender nuestra identidad, debemos reconocer que nuestra historia está íntimamente conectada con la historia del pueblo judío, de tal manera que podemos decir que la única manera de entender quiénes somos, es entendiendo quienes son los judíos, y más específicamente porque fue que Dios había escogido a establecer una relación tan íntima con este pueblo.
La celebración de la Epifanía es de muchas maneras, una celebración del cumplimiento de la persona de Dios a la nación de Israel. “Epifanía” literalmente significa manifestación, en este caso, lo que se refiere a la manifestación de los gentiles (i.e. a cualquier gente que no es judía). In embargo, esta manifestación no es una simple demostración o una declaración de existencia, en vez, lo que se esta manifestando es la realidad de que come Mesías judío, Jesús no solo ha venido para traer la salvación a la gente judía, como había sido la anticipación de muchos en Israel, sino que para traer la salvación a toda la familia humana, judío y gentil igualmente. El hecho de que esta manifestación toma lugar entre la familia judia ata la relacion de Dios con el pueblo judío con el resto de la familia humana, y esto es de acuerdo con una de las promesas aseguradas a Abraham como parte de su pacto con Dios, i.e. que en la familia de Abraham “Todos los pueblos de la tierra serán bendecidos” (Génesis 22:18, cf. Génesis 12:1-3). La Encarnación es el cumplimiento de tal promesa, porque el que nació de la joven judía, María, es el que reunirá a toda la familia humana a su Creador, trayéndoles el potencial de vivir la vida al máximo, i.e. la vida en comunión con Dios. Así que, mientras muchos han y persisten en entender el establecimiento de la comunidad Cristiana como usurpando o reemplazando el pacto de Dios con el pueblo judío, nuestra celebración de hoy nos demuestra que somos nosotros quienes en realidad estamos siendo atraídos por el drama de la familia judía que había existido entre ellos y Dios por siglos.
Que todas las naciones algún día serian incorporadas al mismo tipo de relacion que Israel disfruto de una manera única fue predicho por los profetas mucho más antes de la aparición de los Reyes Magos en Belén. Este es un tema que encuentra gran prominencia en la última parte del libro de Isaías, como vemos en nuestra primera lectura para hoy. Ahí encontramos que el profeta predice que la ‘gloria de Dios amanecerá en Israel’ de tal manera que las naciones no solo tomarían nota de esta espléndida luz, sino que se les atraería a ella. Así, dice el profeta “Levanta los ojos a tu alrededor y contempla: todos se reúnen y vienen a ti: tus hijos llegan de lejos y tus hijas son traídas en brazos” (Isaías 60:4). Fíjense en el lenguaje aquí, no es como si algunos extranjeros llegaran a Jerusalén, en vez, lo que se representa es más parecido a una reunión familiar, y seguro que así es, porque el amanecer de la gloria de Dios es la Encarnación de su Hijo, que viene a curar la rotura de la familia humana, uniéndolos a todos, unos a otros, reuniéndolos con su Creador. Se nos dice que esta unidad entre la creación y el Creador se caracterizara por la adoración, una representación a la cual se le da una enunciación más clara al final de Isaías donde el profeta predice que un día “todo hombre vendrá a postrarse ante mí, dice Yave” (Isaías 60:23). Así, podemos ver que cuando la salvación de Dios llegue a la gente judía, tendrá una cualidad espectacular que atraerá a todas las familias de la tierra en medio de ellos para reunirse en la adoración del único, verdadero Dios. Por otra parte, es importante señalar que mientras esta salvación tendrá una dimensión espectacular, los que se exponen a ella no se limitaran a ser espectadores, sino que se transformaran en participantes de lo que ven. Es por esta razón que Isaías escribe que las naciones ‘se dirigen hacia tu luz,’ y que ellos “al verlo, te pondrás radiante” (Isaías 60:3 y 5).
Podemos ver la llegada de los Magos a adorar el pesebre del Infante Jesús como el cumplimiento de esta profecía. No se nos dice mucho de estos misteriosos hombres en el texto de Mateo; simplemente que llegaron desde el oriente buscando el recién nacido rey de los judíos. Sin embargo, aunque se nos dice relativamente poco de quien son estos hombres, sus acciones tienen mucho que decirnos. Para empezar, lo primero que se nos dice de los Magos cuando llegan a Jerusalen ayuda a reforzar la afirmación anterior de que en la Epifanía celebramos nuestra incorporación, sin ser judios, al drama de Israel. Vemos esto en el hecho que, aunque los Magos obviamente vieron y decidieron a seguir a esta estrella sobre la base de lo que ellos determinaron que significaba, al llegar al final de su viaje, estos hombres le preguntaron a la gente judía (representada primero por el Rey judío Herodes, quien sucesivamente le pregunto a los sumos sacerdotes y a los que ensenaban la Ley al pueblo) donde era que su rey aparecería (Mateo 2:1-4).
En segundo lugar, los regalos de los Magos nos dicen mucho acerca de quien verdaderamente es este recién nacido Rey de los judíos. A través del mensaje del ángel Gabriel a María, ya se nos ha dicho que este niño recién nacido “será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernara por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminara jamás,” (Lucas 1:32-33) así, situándonos dentro de la historia de Israel como se mencionó anteriormente. Si unimos este mensaje del ángel Gabriel con el mensaje recibido por José a través de un ángel, encontramos que este reino será eterno porque este niño encarna y trae la presencia de Dios dentro de su misma persona. Como el ángel le dice a José el hijo al que María dará a luz será llamado Emmanuel, que significa Dios está con nosotros (Mateo 1:23). Pero ahora con la historia de los Magos y los regalos que traen, se nos dan más pistas sobre como este Hijo Altísimo establecerá su reinado y permanecerá con nosotros para siempre.
Se nos dice que los Reyes Magos vienen con regalos de oro, incienso y mirra. Obviamente estos no son regalos ordinarios, y así, podemos preguntarnos en cuanto a su significado, un significado que oímos en la canción casi cada Navidad, pero quizás le ponemos poca atención. En la canción “Nosotros los Tres Reyes” se nos da un breve sumario de los regalos y de su significado que es sucintamente resumido en el verso final de la canción donde se canta, “Glorioso ahora lo vemos ascender, Rey y Dios y Sacrificio.” Cada uno de los regalos corresponden a uno de estos títulos para él bebe recién nacido: oro para un Rey; incienso para un Dios; y mirra para uno que iba a morir como sacrificio.
Sin demasiados problemas, podremos hacer paralelos estos regalos con el triple oficio de Cristo, i.e. él es Sacerdote, que se ofrece a sí mismo como sacrificio; él es Profeta, que como la misma Palabra de Dios es a la vez Dios y le relata a la creación todo lo que Dios tiene que decir; y él es Rey, ahora reinando en medio de su pueblo a través de su misma presencia. Es la Encarnación la que hace posibles estos oficios, dándole un cuerpo a través del cual puede relacionarse con la familia humana (profeta) y para ofrecer como sacrificio para que Dios pueda reunirse con su creación (sacerdote) de una manera intima, no haciendo demandas desde lejos, sino estableciendo y demostrando el orden del amor en medio de su pueblo y de una manera que puedan relacionarse fácilmente (rey). Además, debido a acción amorosa de este rey, no solo damos testimonio de su gran obra, sino que a través de su persona se incorporan a esta dinámica de amor entre la familia humana y su creador. Desde nuestro punto de vista, esta dinámica, como se ha dicho. Adquiere la calidad de adoración, tal como fue predicho por Isaías y demostrado por los Magos que “se arrodillaron y le adoraron” (Mateo 2:11).
Amigos míos, el mensaje que Dios nos relata a travez del profeta Isaías y de los Reyes Magos este fin de semana es ultimadamente esto: que nuestro Dios desea que lo reconozcamos como Creador-Rey no de algún modo egoísta que en vano busca la alabanza, sino ms bien porque sabe que solo en relacion adecuada con él, podremos experimentar la existencia gloriosa para la que fuimos creados, i.e. para compartir en la gloria de su misma vida. Por esta razón el profeta dice que ‘veremos y nos pondremos radiantes’ (Isaías 60:5), porque una vez que estemos adecuadamente dirigidos y unidos a nuestro Dios nos volvemos plenamente vivos y brillantes como la gloria de su presencia. El Obispo Fulton Sheen señalo el hecho de que los Magos se fueron por una ruta diferente (Mateo 2:12) indicando que uno no puede encontrarse con Cristo y regresar sin haber sido cambiado. Hoy, celebramos esta realidad, sabiendo que ¡el Dios que se ha hecho uno con nosotros ha venido para que podamos ser transformados habiendo sido sacados de la oscuridad de la muerte a la gloriosa luz de la vida!
Su sirviente en Cristo