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Brillando con el Resplandor de un Rey

La Epifanía del Señor

La Paz Sea con Ustedes,

A lo largo de la Temporada de la Navidad, la Iglesia ha tratado de ensenarnos lo que significa para nosotros que el Hijo de Dios se ha convertido en el Hijo del Hombre.  Y hasta este punto, hemos sido correctamente situados dentro de un contexto Judío, un punto digno de consideracion.  La Iglesia siempre ha entendido que Jesús es el Mesías que fue prometido por mucho tiempo, de la gente que Dios ha escogido llamar los suyos, los judíos.  Fue de este pueblo que el Hijo de Dios se encarnó, parte de la línea ancestral del gran Rey David, y Jesús vivió su vida como un fiel hijo judío.  De hecho es dentro de la misma persona de Jesús que la historia de la familia humana, y más específicamente la familia judía, encontró su perfección.  Porque como verdadero Dios y verdadero Hombre, dentro de la misma persona de Jesús, fiel Israel se encuentra con su fiel Dios.  Por lo tanto, como cristianos, si queremos entender nuestra identidad, debemos reconocer que nuestra historia está íntimamente conectada con la historia del pueblo judío, de tal manera que podemos decir que la única manera de entender quiénes somos, es entendiendo quienes son los judíos, y  más específicamente porque fue que Dios había escogido a establecer una relación tan íntima con este pueblo.

La celebración de la Epifanía es de muchas maneras, una celebración del cumplimiento de la persona de Dios a la nación de Israel.  “Epifanía” literalmente significa manifestación, en este caso, lo que se refiere a la manifestación de los gentiles (i.e. a cualquier gente que no es judía).  In embargo, esta manifestación no es una simple demostración o una declaración de existencia, en vez, lo que se esta manifestando es la realidad de que come Mesías judío, Jesús no solo ha venido para traer la salvación a la gente judía, como había sido la anticipación de muchos en Israel, sino que para traer la salvación a toda la familia humana, judío y gentil igualmente.  El hecho de que esta manifestación toma lugar entre la familia judia ata la relacion de Dios con el pueblo judío con el resto de la familia humana, y esto es de acuerdo con una de las promesas aseguradas a Abraham como parte de su pacto con Dios, i.e. que en la familia de Abraham “Todos los pueblos de la tierra serán bendecidos” (Génesis 22:18, cf. Génesis 12:1-3).  La Encarnación es el cumplimiento de tal promesa, porque el que nació de la joven judía, María, es el que reunirá a toda la familia humana a su Creador, trayéndoles el potencial de vivir la vida al máximo, i.e. la vida en comunión con Dios.  Así que, mientras muchos han y persisten en entender el establecimiento de la comunidad Cristiana como usurpando o reemplazando el pacto de Dios con el pueblo judío, nuestra celebración de hoy nos demuestra que somos nosotros quienes en realidad estamos siendo atraídos por el drama de la familia judía que había existido entre ellos y Dios por siglos.

Que todas las naciones algún día serian incorporadas al mismo tipo de relacion que Israel disfruto de una manera única fue predicho por los profetas mucho más antes de la aparición de los Reyes Magos en Belén.  Este es un tema que encuentra gran prominencia en la última parte del libro de Isaías, como vemos en nuestra primera lectura para hoy.  Ahí encontramos que el profeta predice que la ‘gloria de Dios amanecerá en Israel’ de tal manera que las naciones no solo tomarían nota de esta espléndida luz, sino que se les atraería a ella.  Así, dice el profeta “Levanta los ojos a tu alrededor y contempla: todos se reúnen y vienen a ti: tus hijos llegan de lejos y tus hijas son traídas en brazos” (Isaías 60:4).  Fíjense en el lenguaje aquí, no es como si algunos extranjeros llegaran a Jerusalén, en vez, lo que se representa es más parecido a una reunión familiar, y seguro que así es, porque el amanecer de la gloria de Dios es la Encarnación de su Hijo, que viene a curar la rotura de la familia humana, uniéndolos a todos, unos a otros, reuniéndolos con su Creador.  Se nos dice que esta unidad entre la creación y el Creador se caracterizara por la adoración, una representación a la cual se le da una enunciación más clara al final de Isaías donde el profeta predice que un día “todo hombre vendrá a postrarse ante mí, dice Yave” (Isaías 60:23).  Así, podemos ver que cuando la salvación de Dios llegue a la gente judía, tendrá una cualidad espectacular que atraerá a todas las familias de la tierra en medio de ellos para reunirse en la adoración del único, verdadero Dios.  Por otra parte, es importante señalar que mientras esta salvación tendrá una dimensión espectacular, los que se exponen a ella no se limitaran a ser espectadores, sino que se transformaran en participantes de lo que ven.  Es por esta razón que Isaías escribe que las naciones ‘se dirigen hacia tu luz,’ y que ellos “al verlo, te pondrás radiante” (Isaías 60:3 y 5).

Podemos ver la llegada de los Magos a adorar el pesebre del Infante Jesús como el cumplimiento de esta profecía.  No se nos dice mucho de estos misteriosos hombres en el texto de Mateo; simplemente que llegaron desde el oriente buscando el recién nacido rey de los judíos.  Sin embargo, aunque se nos dice relativamente poco de quien son estos hombres, sus acciones tienen mucho que decirnos.  Para empezar, lo primero que se nos dice de los Magos cuando llegan a Jerusalen ayuda a reforzar la afirmación anterior de que en la Epifanía celebramos nuestra incorporación, sin ser judios, al drama de Israel.  Vemos esto en el hecho que, aunque los Magos obviamente vieron y decidieron a seguir a esta estrella sobre la base de lo que ellos determinaron que significaba, al llegar al final de su viaje, estos hombres le preguntaron a la gente judía (representada primero por el Rey judío Herodes, quien sucesivamente le pregunto a los sumos sacerdotes y a los que ensenaban la Ley al pueblo) donde era que su rey aparecería (Mateo 2:1-4).

En segundo lugar, los regalos de los Magos nos dicen mucho acerca de quien verdaderamente es este recién nacido Rey de los judíos.  A través del mensaje del ángel Gabriel a María, ya se nos ha dicho que este niño recién nacido “será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo.  El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernara por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminara jamás,” (Lucas 1:32-33) así, situándonos dentro de la historia de Israel como se mencionó anteriormente.  Si unimos este mensaje del ángel Gabriel con el mensaje recibido por José a través de un ángel, encontramos que este reino será eterno porque este niño encarna y trae la presencia de Dios dentro de su misma persona.  Como el ángel le dice a José el hijo al que María dará a luz será llamado Emmanuel, que significa Dios está con nosotros (Mateo 1:23).  Pero ahora con la historia de los Magos y los regalos que traen, se nos dan más pistas sobre como este Hijo Altísimo establecerá su reinado y permanecerá con nosotros para siempre.

Se nos dice que los Reyes Magos vienen con regalos de oro, incienso y mirra.  Obviamente estos no son regalos ordinarios, y así, podemos preguntarnos en cuanto a su significado, un significado que oímos en la canción casi cada Navidad, pero quizás le ponemos poca atención.  En la canción “Nosotros los Tres Reyes” se nos da un breve sumario de los regalos y de su significado que es sucintamente resumido en el verso final de la canción donde se canta, “Glorioso ahora lo vemos ascender, Rey y Dios y Sacrificio.” Cada uno de los regalos corresponden a uno de estos títulos para él bebe recién nacido: oro para un Rey; incienso para un Dios; y mirra para uno que iba a morir como sacrificio.

Sin demasiados problemas, podremos hacer paralelos estos regalos con el triple oficio de Cristo, i.e. él es Sacerdote, que se ofrece a sí mismo como sacrificio; él es Profeta, que como la misma Palabra de Dios es a la vez Dios y le relata a la creación todo lo que Dios tiene que decir; y él es Rey, ahora reinando en medio de su pueblo a través de su misma presencia.  Es la Encarnación la que hace posibles estos oficios, dándole un cuerpo a través del cual puede relacionarse con la familia humana (profeta) y para ofrecer como sacrificio para que Dios pueda reunirse con su creación (sacerdote) de una manera intima, no haciendo demandas desde lejos, sino estableciendo y demostrando el orden del amor en medio de su pueblo y de una manera que puedan relacionarse fácilmente (rey).  Además, debido a acción amorosa de este rey, no solo damos testimonio de su gran obra, sino que a través de su persona se incorporan a esta dinámica de amor entre la familia humana y su creador.  Desde nuestro punto de vista, esta dinámica, como se ha dicho. Adquiere la calidad de adoración, tal como fue predicho por Isaías y demostrado por los Magos que “se arrodillaron y le adoraron” (Mateo 2:11).

Amigos míos, el mensaje que Dios nos relata a travez del profeta Isaías y de los Reyes Magos este fin de semana es ultimadamente esto: que nuestro Dios desea que lo reconozcamos como Creador-Rey no de algún modo egoísta que en vano busca la alabanza, sino ms bien porque sabe que solo en relacion adecuada con él, podremos experimentar la existencia gloriosa para la que fuimos creados, i.e. para compartir en la gloria de su misma vida.  Por esta razón el profeta dice que ‘veremos y nos pondremos radiantes’ (Isaías 60:5), porque una vez que estemos adecuadamente dirigidos y unidos a nuestro Dios nos volvemos plenamente vivos y brillantes como la gloria de su presencia.  El Obispo Fulton Sheen señalo el hecho de que los Magos se fueron por una ruta diferente (Mateo 2:12) indicando que uno no puede encontrarse con Cristo y regresar sin haber sido cambiado.  Hoy, celebramos esta realidad, sabiendo que ¡el Dios que se ha hecho uno con nosotros ha venido para que podamos ser transformados habiendo sido sacados de la oscuridad de la muerte a la gloriosa luz de la vida!

Su sirviente en Cristo

Tony

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La luz de la Unidad

Tercero domingo de Tiempo Ordinario: 1-22-17

La Paz Sea Con Ustedes,

El pasado fin de semana vimos que, aunque ya pasamos de la temporada Navideña y pasamos a la temporada de Tiempo Ordinario en el calendario litúrgico de la Iglesia, de ninguna manera nos hemos desviado del camino para explorar las profundidades del misterio de la Unión Hipostática, sino que tomamos un definitivo paso adelante explorando la implicación de identificar a Jesús como el Cordero de Dios.  Así, encontramos que la ofrenda del Cordero de sí mismo no es una simple invitación a sanar que es extendida a la familia humana, que esta sepa-rada de Dios a causa del pecado, sino que es una invitación simultánea a participar en la misma vida de Dios haciéndose eco a la respuesta del Cordero, “este es mi cuerpo, que es entregado por ustedes,” ambos a nuestro Dios y a nuestro prójimo con todo lo que decimos y hacemos.  Además, encontramos que este eco no es una respuesta extraordinaria o antinatural, sino una respuesta Eucarística que está muy de acuerdo con nuestra naturaleza, ya que refleja la respuesta del Hijo a través del cual la familia humana y toda la creación habían sido creadas en el principio.  Este fin de semana, nos profundizamos aún más en la calidad aborigen de esta respuesta del Cordero que debemos vivir en nuestras propias vidas y sus implicaciones.

Si la primera lectura del libro de Isaías nos suena familiar, debería ya que se superpone con la primera lectura utilizada en la celebración litúrgica de medianoche en Navidad. Sus palabras más icónicas son “El pueblo de los que caminaban en la noche diviso una luz grande; los que habitaban el oscuro país de la muerte fueron iluminados” (Isaías 9:2).  Por supuesto, que estas palabras tienen gran importancia acerca de quién es la persona de Jesucristo, pero para entender este significado, exploremos la función de la luz en general.

Imagínate en un cuarto oscuro.  Mira a tu alrededor, ¿qué ves? Muy poco, si la oscuridad es penetrante e intensa, puede que ni siquiera puedas ver tu mano si la sostienes enfrente de tu cara.  Por lo tanto, tienes muy poca capacidad de entender tu posición con respecto a los objetos que pueden estar alrededor de ti.  Toma esto un paso más allá.  Digamos que este cuarto en el que te encuentras está lleno de gente.  ¿Que impacto tiene en tu habilidad de comunicarte a unos con otros?  Hay confusión y desorden; el engaño es practicado fácilmente ya que no hay ninguna forma de confirmar la identidad de ninguna voz.  En este escenario, la voz más fuerte es más que probable la que se va a apoderar, dictándoles la verdad al resto del grupo, fijando arbitrariamente las reglas del orden según su gusto, despreciando la voz de los individuos más callados, y cerrando por completo a aquellos que carecen de la capacidad de hablar, relegándolos a algún rincón de la habitación donde su existencia no se reconoce.

Mira alrededor, muy a menudo este ficticio cuarto negro es una descripción apropiada del mundo en el que vivimos.  Sobre la fachada de un mundo abierto y brillante donde la opinión de cada uno importa, se proyecta una sombra de intolerancia.  Aquellos sentados en posiciones de poder tratan de dictar lo correcto y lo incorrecto, mientras que aquellos considerados como miembros improductivos de nuestra sociedad son mezclados en las sombras, ya sea la sombra de un cuarto en un asilo de ancianos, en la esquina de una ciudad urbana, o dentro de la matriz de su madre.  Sus voces son inauditas, su presencia en gran parte no reconocida y su futuro precario, ¿qué les sucederá en estas sombras? ¿saldrán algún día?

Regresen a ese cuarto oscuro.  ¿Qué pasa cuando encienden la luz? Las circunstancias cambian rápidamente y dramáticamente.  La verdad de las circunstancias en las que se encuentran se revela, el engaño ahora no se logra fácilmente y la presencia de todos es inevitable.  En pocas palabras, con la oscuridad completamente disipada todos se enfrentan con la plena fuerza de la realidad.  Este es precisamente el efecto previsto de la Luz de Vida que es Jesucristo en nuestras vidas.  En el prólogo de Juan se nos dice que lo que había llegado a ser a través de la Palabra en el principio era vida, “y para los hombres la vida era luz,” (Juan 1:4), mientras que más adelante en el mismo Evangelio Jesús mismo nos dice que ‘el es la luz del mundo y que el que lo siga no caminara en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida’ (Juan 8:12).  Vemos aquí una correlación obvia entre la luz y la vida, pero ¿qué es lo que trata de decirnos esto?

Lo que vemos aquí es un uso Platónico de la luz.  ¿Qué quiero decir? Bueno, sencillamente, en la filosofía Platónica, la luz es una metáfora para el conocimiento de la verdad objetiva.  Piensen aquí del “simile de la cueva” de Platón.  La idea es sencillamente que la luz nos permite a comprender mostrándonos como realmente son las cosas.  El cristianismo escogería este uso Platónico de la luz para describir a la persona de Jesucristo.  La idea aquí es que Jesucristo nos revela la verdad objetiva de todas las cosas, que solo el, como el que a través del cual todas las cosas habían sido creadas puede (Juan 1:3).  Además, lo hace todo como completo Dios y completo hombre.  Así, en su misma persona, lo que significa ser Dios y lo que significa ser una creatura, y más específicamente una creatura humana, es revelada.  A consecuencia, dentro de su misma persona vemos el orden propio o la relación de las cosas.  Y lo que vemos en Cristo es que, al nivel más fundamental, la unidad es la base de toda realidad; unidad entre Dios y la humanidad y posteriormente de toda la creación, y unidad entre nosotros como consecuencia de esa unidad primordial.

Vemos esta idea en la obra de Agustín, quien escribe que “porque no hay sino una Palabra de Dios, a través de la cual todas las cosas fueron hechas, (Juan 1:1-6), que es la verdad inmutable, en la que todas las cosas son primordial e inmutable juntos…y todos son uno, y de hecho no hay más que un “uno” y una vida” (Sobre la Trinidad, Libro 4.3).  Después, Agustín añadiría que la oscuridad de nuestra ignorancia fue disipada por la encarnación de la Luz de la Verdad que nos enseno que nuestra iluminación es participar en la Palabra, en esa vida que es la luz de los hombres.” (Sobre la Trinidad, Libro 4.4).  Recuerden nuestra discusión sobre la respuesta del Cordero la semana pasada donde dijimos que no solo el Cordero llego a efectuar la salvación “para nosotros” sino que añadió una dimensión “con nosotros”.  Vemos que la misma idea se nos relata en estas palabras de Agustín, i.e. no solo estamos destinados a ser iluminados por la Verdad de la Palabra, sino que también debemos ser iluminados metafísicamente, nuestra existencia transformada de la división del pecado y la muerte a la unidad de vida y luz en Jesucristo quien nos hace la luz del mundo, portadores de este mismo mensaje de la Verdad (Mateo 5:14).

Hace varias semanas mencionamos que para entender la historia de la gente judía, una historia que, con la llegada del Hijo de Dios Encarnado, toda la familia humana está destinada a participar (como es simbolizado por la celebración de la Epifanía).  Vemos la importancia de esa comprensión una vez más este día.

Desde la perspectiva del pueblo judío, una de las tareas que el Mesías esperado debía de lograr era la reunificación del pueblo de Israel.  Vemos que Jesús comienza esta tarea hoy en su llamado de los que serían doce disipulos, simbólico de las doce tribus de Israel.  Por otra parte, la forma en la que llevo a cabo este trabajo está algo escondido en los detalles, pero es muy significativo.  Para empezar, debemos reconocer que Jesús no se ocupa de reunificar un cuerpo político nacional, sino que está interesado en reunificar a toda la familia humana.  Ahora, observen su metodología al hacer esto.  Comienza el proyecto de reunificación en Galilea, específicamente en las regiones de Zabulón y Neftalí.  Estas fueron las dos primeras regiones que fueron invadidas y exiliadas por los asirios de 733 a 732 aC, ya que eran las regiones situadas más al norte del país.  Así, vemos aquí que Jesús comienza a reunificar al pueblo con aquellos que están más lejos históricamente y geográficamente de las mentes de la gente cuyo centro de atención era Jerusalén, la ciudad del templo donde Dios moraba. Por lo tanto, en su propia metodología Jesús significa que él tiene la intención de atraer a todo el mundo a sí mismo, incluso a los que están más alejados de Dios y del interés del pueblo, a aquellos que son ignorados y expulsados como una parte insignificante de la sociedad.

Amigos míos, hoy somos llamados a llevar a cabo, la misión como Pedro, Andrés, Santiago y Juan son llamados, y somos llamados a llevarlo a cabo de la misma manera que Jesús lo hizo, comenzando con los menos que nadie para que todos puedan unirse a la unidad primordial de Dios y de la creación. Hacemos esto respondiendo a su llamado como estos cuatro primeros discípulos lo hicieron i.e. inmediatamente, porque reconocemos en él, él Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6) y por lo tanto deseamos que todos experimenten lo que El sostiene en ofrenda, plenitud de vida en unidad con el (Juan 10:10). Además, como somos enviados a ser pescadores de hombres, llevamos con nosotros nuestras mismas personas como nuestras redes, con la mentalidad del Cordero, ofrecemos nuestras propias vidas como un regalo de amor a todos los que encontramos con la esperanza de que todos puedan ser uno (Juan 17:21) y compartir en la espléndida luz que es la vida y la gloria de nuestro Creador (Juan 17:22-23).

Su sirviente en Cristo,

Tony

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Viviendo la Respuesta del Cordero

II Domingo Ordinario: 1-15-17

La Paz Sea Con Ustedes,

Habiendo celebrado la Epifanía el domingo pasado y el Bautismo del Señor el siguiente lunes, la Iglesia ha entrado en lo que llama Tiempo Ordinario en el calendario litúrgico.  Sin embargo, aunque nos encontramos en una nueva temporada litúrgica, nuestras lecturas de hoy nos hacen saber que no hemos cambiado de rumbo en lo que se refriere a nuestra pedagogía.  En vez, nos encontramos explorando las extraordinarias profundidades de la vida encarnada del Hijo de Dios, Jesucristo, quien como vimos el pasado fin de semana, había venido no solo para que pudiéramos ser iluminados en cuanto a quien es Dios, sino que para que podamos ser radiantes participando en la gloria de su vida.  Este fin de semana se nos da más instrucción sobre cómo debemos vivir una vida que este alineada con la de él.

La semana pasada discutiendo la Epifanía, o la manifestación del Hijo de Dios a los gentiles (i.e. los que no son judíos) como fue simbolizado por la llegada y la adoración de los Reyes Magos ante el niño Jesús, vimos que era importante reconocer que la venida del Hijo de Dios significo la incorporación de todos los pueblos del mundo en la relación especial que Dios había compartido con la gente de Israel.  Esta realidad también tiene una importancia interpretiva para nuestras lecturas de hoy, como lo demuestran las palabras de Juan el Bautista en la lectura del Evangelio de Juan.

En el verso inicial de la lectura del Evangelio de hoy, encontramos que Juan el bautista ve a Jesús y declara, “Ahí viene el Cordero de Dios, el que carga con el pecado del mundo” (Juan 1:29).  Casi inmediatamente nuestro alejamiento intelectual y cultural de la tradición judía interfiere con nuestra comprensión del texto.  Escuchamos estas palabras y pensamos en un pequeño animalito sarroso; inocente, amable y accesible, y así nos imaginamos a Jesús cómo un individuo amistoso que viene a restablecer nuestra relación con Dios de una manera amable y sin pretensiones.  Sin embargo, en la mente de un judío del primer siglo, el cuadro que inmediatamente le viene a mente era uno de los sacrificios sangrientos del Cordero Pascual, que fue sacrificado y cuya sangre pusieron en las puertas de sus casas en conmemoración de su liberación del cautiverio en Egipto.  Es precisamente la última representación que Juan desea evocar en nuestras mentes con sus palabras, y es así que Juan nos ilumina sobre cómo es que Jesús finalmente ‘quitaría él pecado del mundo’ (Ibid.).

Es con este entendimiento en mente que la Iglesia ha leído tradicionalmente las Canciones del Sirviente Sufriente del libro de Isaías como profético de la obra salvífica de Jesús.  Por ejemplo, en la cuarta y última canción del Siervo Sufriente, él profeta habla del Siervo siendo conducido ‘cómo un cordero al matadero, para que su vida se convierta en una ofrenda de reparación’ (Isaías 53:7 y 10).  Además, dentro de esta canción en particular, el profeta nos dice que el siervo soporta nuestro dolor y lleva el castigo que nos hace enteros, aunque es inocente (Ibid., 53:4-5 y 9).  Así permitiendo una conexión entre él Cordero de la Pascua del Éxodo 12, él cual se nos dice debe estar sin defecto (Éxodo 12:5), y El que sin pecado sufre en nombre de los pecadores, que debido a su estado son incapaces de hacer la reparación en su propio nombre.  En esto vemos la necesaria dimensión pro nobis de nuestra salvación la cual los Padres de la Iglesia insistían.

Por ejemplo, Atanasio nos dice que “la Palabra, dándose cuenta de que de ninguna otra manera la corrupción de los seres humanos se desharía excepto, simplemente, muriendo, aun siendo inmortal y él Hijo del Padre la Palabra no era capaz de morir, por esta razón toma a sí mismo un cuerpo capaz de morir…De donde, ofreciendo a muerte él cuerpo que había tomado para sí, cómo ofrenda santa y libre de toda mancha, el inmediatamente abolió la muerte de todos los que son como el, por la ofrenda de un parecido a él” (En la Encarnación. 9, énfasis mío).  Más adelante explica que participamos tanto en la muerte cómo en la resurrección de Cristo, de una manera muy real tanto al final de nuestras vidas como en nuestra conversión de la oscuridad del pecado a la luz que es la vida en Cristo (Ibid., paginas 20-21 y 30-32).  Fíjense por favor lo que se dice aquí.  Cristo no se ha encarnado simplemente para lograr la salvación aparte de nosotros o para nosotros, sino precisamente para que, por la gracia de su obra salvífica, también nosotros podamos comenzar a vivir una vida conforme a la suya, en otras palabras, que a partir de aquí y ahora, podamos a comenzar a vivir una “vida resucitada.” Así, a la dimensión salvífica “(pro nobis) “por nosotros” se le agrega una dimensión de “con nosotros.”

Este es un punto muy importante, porque nos indica que nuestra salvación no es una cosa muy lejana que debemos esperar para experimentar pasivamente al morir, sino que es para experimentar activamente en Cristo aquí y ahora mismo.  Se ve esto ahora por todas las escrituras.  Por ejemplo, podemos recordar la parábola de la vid y las ramas de Juan 15 donde Cristo nos dice que el ‘Padre es glorificado por la fruta que producimos en Cristo’ (Juan 15:8).  Conecten esto ahora con el prólogo del mismo evangelio donde se nos dice que en Cristo hemos visto “la Gloria que recibe del Padre él Hijo único” (Juan 1:14).  Esta comparación nos permite ver que no es simplemente Cristo aparte de nosotros quien le da gloria al Padre a través de la obra salvífica de amor, sino que participamos en su obra viviendo su mandato de hacer lo mismo (Juan 15:12).  Así podemos decir que, cómo él Cuerpo de Cristo, la familia humana adquiere la identidad corporativa del Siervo Sufriente una implicación prefigurada en muestra lectura para hoy de Isaías.  En ella, el profeta habla del siervo de manera dual, i.e. tanto individualmente cómo comunalmente refiriéndose al pueblo de Israel cómo un único siervo que manifiesta al mundo la gloria de Dios (Isaías 49:1 y 3), que como hemos visto, se logra en la acción amorosa de sacrificio.  De la misma manera, es precisamente dentro de esta paradójicamente simultanea identidad individual y comunal que Pablo saluda a la Iglesia en Corinto al afirmar que han sido ‘llamados a ser santos en Jesucristo’ (1 Corintios 1:2), a quien identifica en otros lugares como la cabeza de un solo cuerpo, la Iglesia (Colosenses 1:18).

Hace unas semanas, en Navidad, vimos en las palabras de Gregorio de Nazianzo que la llegada del Hijo de Dios Encarnado, fue, por así decirlo, una recreación de la familia humana, llevada a cabo por El mismo que los había formado de acuerdo a su semejanza al principio (Oracion 38:4).  Hoy, damos un paso más allá y encontramos que esta recreación toma lugar con la ayuda de la gracia divina dentro de nuestras propias vidas aquí y ahora cuando asumimos la misma actitud de Jesucristo (Filipenses 2:5); en otras palabras, cuando asumimos la actitud del Cordero de Dios, y ¿qué es esa actitud? En Filipenses, Pablo nos dice que la actitud del Cordero de Dios es una de humilde y obediente donación; una actitud que no se apodera de la vida divina para hacerla su propia, aparte de El a quien verdaderamente le pertenece, y quien, a la vez, experimenta la exultación de la gloria del Padre (Filipenses 2:6-11).  El teólogo suizo Hans Urs von Balthasar lo describiría como la respuesta Eucarística del Hijo al Padre, que tomo lugar desde toda la eternidad, una respuesta que, en virtud de su creación en el Hijo, toda la creación es destinada a imitar según su naturaleza (Teo-Drama, Vol. 4: La Acción, pag. 328-329).

Amigos míos, hoy somos llamados a vivir la respuesta del cordero de Dios que viene a ofrecer su vida por nosotros diciendo, este es mi cuerpo, que es entregado por ustedes (Lucas 22:19), ofreciendo simultáneamente su vida al Padre, a favor nuestro, y a nosotros para que podamos ser incorporados a esa misma gloriosa vida que él ha disfrutado desde el principio (Juan 17:5 y 22).  Al final es esta respuesta del Cordero que no se apodera de la vida Divina, sino que responde eucarísticamente; i.e. dando gracias por este regalo de vida, que nos ensena lo que significa vivir una vida glorificada o resucitada que comienza aquí y ahora.  Pues, como creaturas creadas en el imago Dei, no poseemos gloria ni siquiera vida aparte de Aquel cuya imagen llevamos, en otras palabras, nuestra misma existencia es radicalmente dependiente de nuestro Creador.  Sin embargo, por esa misma naturaleza, somos hechos para participar en la gloria que nos llamo a la existencia y que manifestamos al mundo cada vez que hacemos eco de las palabras del Cordero mismo cuando les decimos a nuestros vecinos y así a Aquel cuya imagen llevan, este es mi cuerpo, entregado por ustedes.

Su sirviente en Cristo,

Tony

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El Plan de Juego

IV Domingo de Advenimiento: 12-18-16

La Paz Sea con Ustedes,

Hemos llegado al último domingo de Advenimiento, el comienzo de la última semana de preparación para la llegada del Señor en Navidad.  Hemos entrado en el drama de estas cuatro semanas y como cualquier buen drama, ha tenido sus momentos de misterio, dificultad y alegría.  Comenzamos esta temporada de Advenimiento con una lección sobre el conocimiento, se nos dijo que debemos estar de guardia para poder estar listos a responder a la invitación a tomar parte en lo que C. S. Lewis llamo una gran campaña de sabotaje ideada por nuestro Dios para rescatar al mundo de los poderes de la oscuridad y de la muerte (Mere Christianity, Harper Collins, 46).  En el segundo domingo de Advenimiento se nos dijo que debemos de cambiar nuestra mentalidad, i.e. que estábamos en necesidad de arrepentimiento a fin de que podamos ser capaces de seguir el plan del que había diseñado el plan para salvar al mundo.  Habiendo sido consientes de esta necesidad, entonces fuimos preparados para nuestro papel en esta gran campaña por los dones del Espíritu Santo, que nos habilitan a cultivar la virtud y así comportarnos de manera similar a nuestro líder.  El domingo pasado, fuimos exhortados a permanecer firmes en nuestros preparativos para participar en este gran plan, porque aunque las preparaciones que hacemos son difíciles, la alegría que tendremos a su cumplimiento superara con creces las dificultades que enfrentamos ahora, haciendo de ellos un feliz recordatorio de la energía que pusimos para que se llevara acabo.  Este fin de semana, como nos preparamos a darle la bienvenida a nuestro líder dentro de una semana, nos juntamos para una última reunión de equipo, por decirlo así, para ser asombrados por el genio del plan de nuestro líder, y para que nuestra fe se profundice, sabiendo que nuestros papeles han sido bien pensados de antemano, y solo tenemos que ejecutarlos.

Algunos de los momentos mas memorables en la historia de deportes son las charlas de preparación que tienen lugar en el vestuario cuando los entrenadores les hablan a los jugadores para prepáralos para el gran juego.  Piensen aquí del discurso “Go, Go, Go,” pronunciado por Knute Rockne, o del discurso de Herb Brooks al equipo de Estados Unidos en 1980 (dramáticamente representado por Kurt Russell en la película “Miracle” de 2004).  Ambos hombres eran conocidos por ser algo como grandes showmen o estadistas, capaces de pintar un cuadro para sus jugadores detallando como sus preparaciones les han conseguido llegar hasta este momento en el tiempo, y les corresponde a ellos para aprovechar ese momento.  Kurt Russel comienza su representación del discurso de Herb Brooks diciendo “Gran momentos nacen de una gran oportunidad, y eso es lo que tiene aquí esta noche muchachos; eso es lo que han ganado aquí esta noche.”  Este es un mensaje que casi hace eco a Rockne diciéndole a sus jugadores al principio del discurso “Go, Go, Go,” “Estos son los compañeros que dicen que son bastante buenos, pero yo creo que nosotros somos mejor.  Yo creo que si nos ponemos a tono hasta un punto, y cuando estemos seguros de eso, los resultados se harán cargo de si mismos.”  Luego les dicen a sus jugadores que su preparación les permitirá alcanzar la victoria y que si juegan su papel tendrán éxito.  Rockne les recuerda a sus hombres que “el éxito de cualquier equipo, muchachos se basa en trabajar juntos, así como lo han hecho todo el año–; ¡sacrificio; sacrificio desinteresado!” y Brooks le reasegura a su equipo que “Esta noche somos el mejor equipo de hockey del mundo;” demostrando retóricamente esto diciéndoles “ustedes nacieron para ser jugadores de hockey, cada uno de ustedes, ¡y  ustedes fueron destinados para estar aquí esta noche!  Este es el tiempo de ustedes, el tiempo de ellos se acabo…este es el tiempo de ustedes!”  Rockne habla de una manera muy similar cuando les dice a sus jugadores “hoy es el día que vamos a ganar.  Ellos no nos pueden ganar y así es como va a ser—los primeros hombres del pelotón—entren allí y peleen, peleen, peleen, peleen, peleen! ¡Que dicen hombres!”  Ven, lo que estos líderes sabían era que si iban a llevar a sus equipos a la victoria, se les debe recordar a los jugadores que han sido preparados para este momento, porque solo con esta fe tendrían confianza para jugar a sus capacidades, y así poder apoderarse de la victoria.

Podríamos ver las lecturas que tenemos para hoy y vemos a Dios haciendo algo similar a través de sus mensajeros.  Por ejemplo, nuestra primera lectura del libro de Isaías toma lugar durante un periodo de crisis en la historia del pueblo de Israel.  El reino se había partido en dos después del reinado de Solomón; el reino del norte que se conoce como Israel y el reino del sur como Judá.  Divididos, los dos ahora buscan una posición favorable en el escenario internacional por separado como Asiria amenazaba con Hacerse cargo de todo la región.  Con el fin de defenderse de la invasión de Asiria, Israel formo una coalición con Aram, una coalición de la que Judá se negó a ser parte.  Debido a su rechazo, Israel y Aram habían puesto sus ojos en Judá, planeando a invadir y establecer un rey títere que se uniría a la coalición.  Este es el contexto de la conversación que vemos tomando lugar entre el rey Ahaz y Isaías hoy.  Isaías va con Ahaz para recordarle que Dios tiene la intención de proteger su plan para que un hijo de David reine en Jerusalén.  Sin embargo, Ahaz está poniendo su esperanza en su fidelidad a Asiria no en Dios para proteger a Israel.  Por esta razón cuando Isaías le pide que nombre un signo que Dios dará para tranquilizarlo, Ahaz responde que no tentara al Señor (Isaías 7.12).  Ahaz no está siendo piadoso sino que infiel y por eso Isaías responde “Oigan, herederos de David! ¿No les basta molestar a todos, que también quieren cansar a mi Dios? (Isaías 7.13).  Isaías le da un signo que será prueba de la presencia y fidelidad de Dios de todos modos diciendo “El Señor, pues, les dará esta señal: La virgen está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel” (Isaías 7.14).  Los estudiosos bíblicos se han dado cuenta que el texto aquí proclamando una concepción y nacimiento virgen ha sido alterado por los traductores Griegos con el fin de corresponder mas directamente con los eventos que rodean el nacimiento de Jesús, y que el hebreo original lee “mujer joven,” posiblemente indicando la esposa de Isaías.  Sin embargo, la Iglesia siempre ha leído el texto como tal profecía.

La profecía entonces toma una doble dimensión de algún tipo.  En primer lugar, es parte de su contexto histórico, y así, el profeta probablemente tenía el nacimiento de su propio hijo en mente.  Sin embargo, esto no niega la probabilidad que mientras el profeta tenía una cosa en mente, Dios tenía algo mucho mas involucrado en la mente, i.e. que estas palabras son en realidad predictores de lo que ocurriría unos 700 años después, el nacimiento de su Hijo, Jesucristo, nacido de la Virgen María.  Es precisamente este plan de Dios que vemos que el ángel le revela a José en nuestro Evangelio para hora de Mateo.  Como el texto nos dice, al enterarse que María estaba con niño, José estaba preocupado por lo que debería hacer.  El sabia que el niño no era de él, sin embargo, se nos dice que porque José era un hombre justo, no quiso exponer a María a la humillación pública, y así, decidió divorciarse silenciosamente (Mateo 1.19).  ¡Qué diferencia de lo que podríamos esperar de los hombres y las mujeres de hoy!  Perjudicados por su cónyuge, (y José no tenía razón para creer que nada menos hubiera sucedido) muchos hoy en día están felices de arrastrar sus nombres por el lodo creyendo que de alguna manera difamando a alguien mantienen su dignidad.  Sin embargo, como un hombre justo, José trato de desempeñar su papel en el mundo de Dios, y porque pensó con la mente de Dios, se dio cuenta que exponer a María solo aumentaría la vergüenza de ambos; de José por haber sido agraviado, y de María como la malhechora.  Es precisamente porque José ya buscaba a hacer la voluntad de Dios en esta situación, i.e. buscando actuar por amor, que está listo y dispuesto a escuchar el mensaje de Dios que le mando a través de un ángel.  Y así, al oír que Dios había diseñado un plan en el cual le pedía a José que desempeñara un papel, acepto fácilmente su papel (Mateo 1.24).

Que Dios tiene un plan que tuvo su momento crítico en la Encamación, muerte y Resurrección de su Hijo, Jesucristo, era una idea importante para los padres de la Iglesia.  Para varios, este entendimiento se expresa en términos de lo que ellos llaman la “economía de la salvación,” la palabra “economía” aquí se toma del Griego “oikonomia” que significa el manejo del hogar.  Así, cuando los pensadores como Ireneo de Lyon, Cirilo de Alexandria o Máximo el Confesor hablan de la economía de salvación, tienen en mente el manejo de Dios de su obra, i.e. de la creación, y como el pone todo en orden para desempeñar su papel apropiado.  Por lo tanto, Ireneo escribe que aunque a Dios no le falta nada, dándose cuenta que la creación no podía existir salvo en comunión con él, ‘dibujo, como un arquitecto, el plan de la salvación…(Contra las herejías, Libro 4, capitulo 14.2).  Además, estos pensadores querían asegurar a sus oyentes que aunque Dios había ejecutado el plan de la salvación en el Hijo, deben desempeñar su papel para que el plan continúe trabajando dentro de la historia.  Cirilo, también llamando a Dios un arquitecto, escribe que es imperativo creer en la Encarnación del Hijo “si debemos de continuar por el camino real’ (Sobre la Unidad de Cristo), un camino que el Hijo ha pavimentado para nosotros y que solo conduce a un lugar, unidad con él.

Amigos míos, este fin de semana Dios nos recuerda que el tiene un plan para la salvación del mundo, un plan que sigue siendo llevado a cabo por Cristo en nuestro tiempo y lugar a través de la Iglesia, Su Cuerpo.  Y así como todos los miembros de un cuerpo deben actuar como un equipo para llevar a cabo el plan de la mente, (la cabeza), nosotros también debemos desempeñar nuestro papel para que todos los que nos rodean tengan la plenitud de la vida, i.e. en la unidad amorosa con nuestro Creador.  Entonces, ¡¿Qué dicen familia?!  Dios nos ha estado preparando para desempeñar nuestro papel en la economía de la salvación durante las últimas cuatro semanas y el tiempo de dedicarnos totalmente es ahora, el tiempo de aprovechar el momento es ahora, el tiempo de experimentar la vida al máximo es ahora!  La próxima semana celebramos la plenitud del tiempo, el tiempo en que nuestro Dios se hizo hombre, ‘Tomando todo lo que era nuestro para él, para que nosotros pudiéramos obtener todo lo que era de el’ (Sobre la Unidad de Cristo).  Nuestro Dios tiene su plan de juego, y viene a darnos la oportunidad de participar en él.  El tiempo del mundo ha terminado, ahora es tu tiempo, el tiempo para dar todo lo que tienes al Amor que viene a encontrarte trayendo consigo la plenitud de la vida, a si mismo, como tu regalo de victoria!

Su sirviente en Cristo,

Tony

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La Misión de Rescate

the-rescue-missionI Domingo de Adviento: 11-27-16

La Paz Sea Con Ustedes,

El pasado fin de semana, nuestro año litúrgico culmino con la celebración de la Fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Allí vimos que el Rey que proclamamos es diferente de cualquier otro gobernante soberano, porque no viene ante todo a imponernos la ley, sino que, Él es el Rey de Corazones que viene a despertar nuestros corazones al amor, demostrando su amor por nosotros. Este fin de semana comenzamos un nuevo ano litúrgico con el comienzo de la Temporada de Adviento donde nos preparamos para encontrarnos con el Rey de los Corazones que viene al mundo a rescatar los corazones de los que el ama.

¿A quien no le encanta una buena y anticuada historia de una doncella en peligro? Como niños, crecemos escuchando cuentos de doncellas que necesitan ser rescatadas por un príncipe. Recuerden a Blanca Nieves, La Bella Durmiente, Cenicienta, o más recientemente, Fiona en Shrek. Y quien se puede olvidar de cuando jugábamos los clásicos juegos de video Nintendo Super Mario Brothers, donde la misión era de navegar a Mario por un mundo de extrañas plantas come- plomero, gobernado por koopas malvadas con el fin de rescatar a la Princesa Peach para poder vivir felices para siempre. Podríamos añadir a la lista personajes como Mary Jane de Spiderman, la Princesa Leia de Star Wars, Ann Darow de King Kong, y Kim Mills de Taken, la lista podría seguir y seguir. El punto es que nos encanta una buena película de rescate. Fácilmente, nos encontramos captivados en un cuento que cuenta de un héroe haciendo todo lo que puede para salvar a la que ama, nos preguntamos: ¿Que tendrá que hacer para cumplir su misión? ¿Hasta dónde tendrá que ir? ¿Qué riesgos tendrá que tomar? ¿Saldrá todo bien al final? Nuestros corazones corren como animamos al héroe y esperamos que él logre su misión aun cuando las cosas parezcan desesperadas, todo el tiempo esperando que los escritores no nos hayan decepcionado: ¿Esto no podría posiblemente tener un final triste, o sí? nos preguntamos.

Como comenzamos un nuevo ano litúrgico es importante no perder la vista del drama que se desarrolla ante de nosotros. Muy a menudo, vamos a Misa o a un servicio el domingo y nos encontramos aburridos. Bostezamos, intentamos a echar un vistazo a nuestros teléfonos o reloj a ver cuánto tiempo más falta hasta que nos “dejen libres” de la monotonía de estar sentados en una banca de madera rodeados de cuerpos como zombis, tal parece que todos experimentan el mismo letargo. El problema es que no reconocemos el drama que se nos está siendo proclamado y en el que estamos participando, no solo en ese momento, pero en cada momento de nuestras vidas, todo a partir de ahí mismo de esa banca de madera. Si realmente comprendiéramos lo que está pasando, no tendríamos que arrastrarnos a la Iglesia los domingos, llegaríamos temprano, nos sentaríamos al borde de nuestros asientos esperando a escuchar la próxima parte de la historia, de la misma manera que un niño le pide a sus padres que lean un capitulo más antes de apagar la luz para dormir. La Iglesia se da cuenta de esto, y hace todo lo posible para establecer el drama para nosotros en la presentación del calendario litúrgico. Sin embargo, sino nos permitimos a participar en el drama, no solo nos perderemos la mayor parte de la historia más hermosa de amor que jamás haya sido contada, nos perderemos de las vidas para las cuales fuimos creados a vivir, vidas que desempeñan un papel único en el drama de la Divina Providencia. Ese drama comienza hoy.

Nuestra primera lectura de hoy del Libro de Isaías es el equivalente de un mensaje de autodestrucción de Misión Imposible que le presenta la misión a nuestro héroe. Allí, oímos al profeta decirnos que es lo que la venida de nuestro héroe traerá, y es un mensaje que todos debemos esperar, y además, es un mensaje en el que todos debemos reconocer que necesitamos la fuerza de un verdadero Salvador para poder llevarlo a cabo. El mensaje que oímos es la visión del profeta de la culminación del mundo, el fin de la historia de amor. Los días vienen, se nos dice, cuando “el cerro de la casa de YAVE encabezara a los otros montes y dominara los lugares más elevados. Irán a verlos todas las naciones” (Isaías 2:2). En esa montaña, se nos dice, no solamente ya no habrá guerra, pero hasta la posibilidad o amenaza de guerra se desaparecerá y será reemplazada por la paz para siempre. (Isaías 2:4). Es esta paz universal que El Rey de Corazones, nuestro Salvador- heroico, viene a iniciar. Podríamos darle un vistazo a esta profecía y nos preguntamos cómo esto es posible con todas las terribles cosas que están pasando en nuestro mundo hoy en día, y seguramente que había muchos en Israel en el tiempo que Isaías primero les dijo de su visión quienes se preguntarían la misma cosa. Ellos miraban a su alrededor como lo hacemos nosotros, y se preguntarían que es lo que se necesitaría para poner las cosas bien otra vez. Ellos sabrían, como nosotros, que algo dramático necesitaría pasar, pero nunca se imaginarían la solución, una solución tan impresionante que aun después de 2,000 años todavía tenemos que entender lo que realmente sucedió porque si lo entendiéramos, el mundo se vería mucho más diferente.

En nuestro mensaje del Evangelio de hoy, escuchamos a Jesús hablando acerca de que tan inesperada y hasta misteriosa es la solución a los problemas que el mundo se enfrenta. Allí encontramos a Jesús diciéndoles a sus discípulos, “Por eso estén despiertos, porque no saben en que día vendrá su Señor” (Mateo 24:42). Es interesante fijarnos que en su contexto histórico, Jesús les está diciendo a sus discípulos acerca de su segunda venida, y sin embargo la Iglesia elige usar este pasaje en particular para el primer Evangelio de Adviento, ¿Por qué? La razón es que su primera venida fue tan inesperada que muchos todavía tienen que darse cuenta de que sucedió. Jesús lo describe así: “Fíjense en esto: si un dueño de casa supiera a que hora de la noche lo va a asaltar un ladrón, seguramente permanecería despierto para impedir el asalto en su casa” (Mateo 24:43). Si el pasaje parece un poco misterioso, debería. ¿Quién es este ladrón de quien habla Jesús? Tal vez sería mejor primero preguntar ¿quién es el maestro de la casa? Dado que Jesús está hablando, podríamos asumir que el amo de la casa es Dios, pero estaríamos equivocados. Dos veces en el Evangelio de Juan, Jesús se refiere a Satanás como “el amo de este mundo” (Juan 12:31 y 14:30), Pablo se refiere a Satanás como “el dios de este mundo” en su Segunda Carta a los Corintios (2 Corintios 4:4), y en la Primera Epístola de Juan se nos dice que “el mundo entero está bajo el poder del Maligno” (1 Juan 5:19). Ahora, seguro que esto es una realidad desagradable, que es probablemente la razón por la que no hablamos de ella ya. Sin embargo, es real, y a un nivel práctico, hace la historia más creíble y dramática. Después de todo, si no necesitamos ser rescatados, “¿por qué necesitamos un Salvador-heroico? Podemos preguntarnos de inmediato, ¿cómo es posible que el mundo esté bajo el control de Satanás? Esta es una pregunta con la cual las mentes más grandes en la historia de nuestra religión se han enfrentado, desde Agustín hasta Aquinas, todos ellos con diferentes respuestas. Pero la principal cosa es esta+

: Satanás, aunque creado bueno, ha caído de la comunión con Dios, y por eso, desea que otros sean atrapados en la miseria que el experimenta. Habiendo pecado a la tentación de Satanás, nuestros primeros padres, se encontraron en el dominio de los caídos junto a él, que en una lucha cósmica busca asegurar nuestra separación eterna de nuestra propia fuente de vida, de Dios. Por esta razón, Jesús se refiere a Satanás en el Evangelio de hoy como “el amo de la casa” y a él como…espérense… ¿el ladrón? Parece extraño, ¿no? Pero algunos de los más grandes pensadores de nuestra tradición han contado la historia de nuestra salvación de la misma manera.

San Gregorio de Nyssa describió la Encarnación de esta manera: “Por eso fue que Dios, en orden de hacerse fácilmente accesible a el quien busco el rescate para nosotros, se veló en nuestra naturaleza. De esa manera, como lo es con los peces codiciosos, podría tragar la Divinidad como un anzuelo junto con la carne que era el anzuelo” (Discurso en Instrucción Religiosa, 24). Encontramos ecos del mismo tipo de historia en las obras de Agustín y Máximos el Confesor, pero mi descripción favorita viene de un pensador mucho más reciente. En Mere Christianity, C. S. Lewis describe el drama de la Encarnación de esta manera: “Territorio ocupado por los enemigos, eso es lo que este mundo es, el Cristianismo es la historia de cómo el rey legitimo ha aterrizado, podríamos decir disfrazado, y nos está llamando a todos a participar en una gran campaña de sabotaje” (Mere Christianity, Harper Collins, 46). La descripción de Lewis añade otra dimensión a la historia que es especialmente apropiada para que consideremos como comenzamos esta temporada de Adviento. Fíjense, nuestro Dios no nos pide que nos sentemos, nos relajemos y veamos la historia a medida que se desarrolla, sino que, en cambio nos pide que desempeñemos nuestro papel. Como San Pablo nos dice este día, “Ahora es la hora para despertarnos de nuestro sueño, porque nuestra salvación está cerca” (Romanos 13:11). ¿Y cómo es que despertaremos de nuestro sueño? Poniéndonos la armadura de luz y conduciéndonos como hijos de Dios.

Amigos míos, esto es de lo que se trata la Temporada de Adviento, preparándonos para darle la bienvenida a nuestro Rey y Salvador. Pero la única forma en que lo reconoceremos a su llegada es preparándonos de mente a través de la oración y la acción ayudando a los más necesitados; porque solo la virtud puede reconocer su arquetipo. Si por otro lado, nos dejamos atrapar en el comercio de la temporada, no tenemos casi ninguna posibilidad de reconocer a El que viene a rescatarnos; porque él no viene en las luces brillantes de la pompa y circunstancias, ni en un paquete brillante y firmemente envuelto, el viene como un bebe, acostado en un humilde pesebre. Este ano, no se sienten a ver como se desarrolla el drama, levántense de sus asientos y prepárense para participar en la misión de rescate más grande que el mundo haya visto imitando la humildad del Rey de Corazones. Al hacerlo así, pueden estar seguros que serán sorprendidos por la alegría que experimentaran a su venida. Habiendo pasado semanas haciendo el trabajo de reconocimiento de un humilde servicio a Dios y al prójimo, habrán preparado un lugar para que él entre en sus corazones.

Su servidor en Cristo,

Tony

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Ascendiendo La Montaña

Mountain ClimberXXI Domingo Ordinario: 8-21-16

La Paz Sea Con Ustedes,

La semana pasada, oímos el mensaje inquietante que el camino de discipulado es muy a menudo solitario ya que viviendo una vida de acuerdo con el evangelio nos lleva a vivir de una manera que no solamente es muy diferente a la del resto del mundo, pero en muchos casos, va contra de lo que enseña el mundo, conduciendo a persecución en varios grados.  Este fin de semana, encontramos un mensaje que a la vez continúa el tema que el discipulado es difícil, y nos ofrece palabras consoladoras de inclusión.

En nuestra primera lectura de Isaías se nos da esperanza con un mensaje de inclusión.  De allí, encontramos al profeta relatando el mensaje que Dios vendrá a juntar a todas las naciones y lenguas para que vengan a adorar en Su montaña santa, es un mensaje similar al que oímos a Jesús expresar en el evangelio de hoy (cf. Isaías 66:18 y 20, Lucas 13:29).  Que este es un mensaje de esperanza es muy obvio, dando que en esta época en que casi no pasa un día que no oímos de algún acto de violencia siendo cometido por un pueblo contra otro, muy a menudo afirmando que es su ideología religiosa que les llama a actuar de tal manera.  Siendo este el estado de asuntos mundiales, es al mismo tiempo difícil imaginar una situación en la que todos los pueblos se reúnen para adorar a su Creador en paz, pero es un mensaje en el cual nos gustaría tener esperanza.  Sin embargo, este mensaje de esperanza no termina aquí.  Porque no es solo la restauración de la paz de lo que habla el profeta, sino, que es la restauración de la familia humana a su legitima relación con nuestro Dios.

Desde el principio de la historia de la salvación en Génesis a su culminación en el Calvario, ha sido la intención de nuestro Dios que vivamos en perfecta armonía con Él y también unos con otros.  Perfecta armonía con nuestro Dios implica que Le ofrezcamos apropiada alabanza, i.e. que cometamos toda nuestra vida y todo lo que se nos ha dado como completa ofrenda amorosa para Él.  Por esta razón, cuando nos damos cuenta que alabanza apropiada no se le ofrece a Dios (e.g. la ofrenda de Caín), que la familia humana ha tomado pasos para ganar sus propios diseños en vez de el propósito para el cual han sido creados (e.g. en Babel), o que la gente ha sido prevenida de dar alabanza a su Dios (e.g. Éxodo), Dios interviene para que esta situación sea remediada.  La culminación de tal intervención toma lugar en el Calvario, donde el tendió un puente entre el abismo del cielo y de la tierra con su entrega total de sí mismo en nombre de la familia humana, el Unigénito Hijo de Dios respira por última vez diciendo, “Todo está cumplido” (Juan 19:30).

Lo que encontramos aquí, son las acciones de un amante en nombre de su amado, un amado tan querido que el amante hará todo lo posible en su poder para eliminar todo lo que los separa.  Dicho esto, al igual que con cualquier amor verdadero, el amante no forzara a el amado a que lo elija a él.  Aunque el está dispuesto a hacer todo lo que pueda para hacer esta unidad posible, el sabe que no puede existir ninguna relación si no es elegida libremente.

Podemos preguntar, ¿si este es realmente el caso, entonces porque dice Jesús esas palabras ominosas en el evangelio de hoy, donde lo encontramos diciéndonos que ‘muchos no lograran a entrar por la puerta angosta,’ forzados a permanecer afuera de la casa del Padre, esencialmente rechazados por el (cf. Lucas 13:24 y 27)?  Después de todo, ¿si Dios realmente quiere estar con nosotros, que realmente importa lo que hagamos?

Mis amigos, la respuesta es bastantemente simple.  Solo hay una manera para demostrarle activamente a Dios que en realidad, lo amamos, y eso es amarlo con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza, y a nuestro prójimo, como a nosotros mismos (cf. Lucas 10:27).  Si deseamos saber cómo se ve cuando  amamos a Dios y al prójimo de esta manera, solo tenemos que mirar a un lugar, la Cruz.  Es la Cruz la que nos sirve como modelo para el éxito, por así decirlo.  Porque, solo aquellos que están dispuestos a renunciar en totalidad de sí mismos por amor de los demás, que se puede decir que verdaderamente aman a Dios, como nos dice Jesús muy conmovedoramente en El Juicio Final (Mateo 25:31-46).

Desde luego, esto se oye mucho más fácil de hacer de lo que realmente es poner en práctica.  Después de todo, no hemos sido llamados a amar solo a aquellos que nos aman, sino a amar a todos, i.e. desear el bien absolutamente para todos.  Y, dado el mensaje que oímos el pasado fin de semana, si elegimos vivir una vida de acuerdo con el evangelio, es muy probable que vamos a pasar una gran cantidad de tiempo y energía amando a los que no corresponden esta buena voluntad.  Es por esta razón que el autor de Hebreos nos dice hoy que debemos ver a nuestras adversidades como disciplina, porque es este aumento en disciplina que algún día nos llevara a ‘compartir de la santidad de Dios’ (Hebreos 12:10).

 

¡Mis amigos, compartir de la santidad de Dios, no es otra cosa que compartir en su propia vida! Es esto para lo que hemos sido creados, y es en realidad un llamado glorioso.  Es más, es un llamado que todos compartimos independientemente de raza o credo, porque es nuestro llamado mutuo como seres humanos.  Sin embargo, hay que recordar que no es en nuestras condiciones que subimos a la montaña de Dios donde vamos a compartir de su vida eterna.  Mejor dicho, esta montaña solo se puede escalar siguiendo los pasos de aquel que es el Camino, Jesucristo.  Este domingo es el Camino quien nos dice que muchos no entraran por esta puerta estrecha.  ¿Por qué? Ellos verán hacia a donde llevaron sus pasos y verán un lugar de sufrimiento y muerte, en lugar de verlo como lo que realmente es; el lugar de amor total, felicidad completa y vida eterna.  Este domingo, escoge a ver lo que muchos no ven y vive lo que ves.  Al hacerlo así, no solamente se te asegurara que el camino que sigues conduce a una vida de gloria, pero que el amor que vives también llevara a todos, al mismo tiempo, a un paso más cerca de unos a otros, y también a un paso más arriba en la montaña de Dios.

Su sirviente en Cristo,

Tony