Categories
En Español

Alegría Del Advenimiento

gaudete-sundayIII Domingo de Adviento: 12-11-16

La Paz Sea Con Ustedes,

Hoy celebramos el tercer domingo del Advenimiento, tradicionalmente conocido como domingo de Gaudete.  “Gaudete” viene de la palabra Latina “gaudium,” que significa alegría, regocijo, o deleite; y así este fin de semana puede ser llamado “el domingo de alegría.” Ahora, podíamos pensar, “todo Advenimiento debe ser un tiempo de regocijo ¿No? ¡Después de todo nos estamos preparando para la venida de Cristo!” Bueno, sí, pero con alguna cualificación.  Tradicionalmente, la temporada de Advenimiento fue establecida paralela a la temporada de la Cuaresma, un tiempo de oración y ayuno en preparación para el último sacrificio de amor en la cruz y la resurrección de Cristo, que rompería los lazos de muerte que nos mantenían cautivos. Así la temporada de Advenimiento fue establecida con intensión similar; era un tiempo para aumentar la oración, el ayuno y el arrepentimiento para prepararse para la venida del Salvador Jesucristo, nacido para morir para la salvación del mundo (como el regalo de incienso de los Reyes Magos que fue muy acertadamente un predictor de la Fiesta de la Epifanía).  Si nos fijamos en lo que hemos estado discutiendo en los dos últimos domingos de Adviento, este tema de preparación y arrepentimiento se hace evidente en seguida.  Por ejemplo, en el primer domingo de Advenimiento, nos recordaron a siempre estemos en guardia para la llegada del Salvador, y la semana pasada nos recordaron que necesitamos cambiar nuestra manera de pensar, i.e. arrepentirnos, a fin de estar bien dispuestos para recibir el regalo de la gloria de Dios que está por venir en la forma de la unidad de Dios con nosotros, en Su Hijo, Jesucristo, y su subsiguiente entrega del Espíritu Santo par que también nosotros podamos participar en la vida de Dios.  Durante la temporada de Cuaresma, el domingo a la mitad de Advenimiento se celebra como el domingo de Laetare (nombrado por la palabra Latina “laetitia,” que significa alegría o deleite), previsto como recordatorio de la alegría que vendrá el domingo de Resurrección, para la gente que está en medio del ayuno y la penitencia de la Cuaresma; El domingo de Gaudete es paralelo al tiempo de Avenimiento siendo un recordatorio de la alegría que experimentaremos con el nacimiento de nuestro Señor en la Navidad, en medio de la difícil preparación para su venida que debemos hacer durante esta temporada de Advenimiento en la forma de más oración, ayuno y arrepentimiento.  Es por esta razón que nuestras lecturas de este fin de semana nos exhortan a permanecer firmes a nuestros preparativos mientras que nos recuerdan de la alegría que está por venir.

Vemos esta tensión entre paciente resistencia y la alegre esperanza de salvación en clara exposicion en nuestras primera y segunda lecturas para hoy.  Nuestra primera lectura viene de cerca del final de la primera parte del libro de Isaías (i.e. esa parte del libro que se piensa haber sido escrito por la histórica figura el mismo).  Esta lectura sigue de cerca las partes que tratan con las profecías de Isaías contra Israel, advirtiéndoles del exilio venidero, así como las que tratan de las profecías contra las varias naciones vecinas. Así que esta porción de la obra de Isaías es para recordarle a la gente de la fidelidad de Dios. Si, ellos tendrán que sufrir las consecuencias de sus fechorías en la forma de perder el control de su patria y ser llevados al cauterio extranjero, sin embargo, esto no quiere decir que el Señor los abandonará o los olvidara, nada de eso.  En vez, las palabras de Isaías hablan de algo verdaderamente maravilloso representando algo en una escala mucho más grandiosa que solamente el retorno del pueblo a su patria; algo más parecido a una redención cósmica; Isaías dice: “Que se alegre el desierto y la tierra seca, que con flores se alegre la pradera.  Que se llene de flores como junquillos, que salte y cante “de contenta” (Isaías 35:1-2).  Algunos podrían pensar que Isaías nada más está siendo retóricamente espectacular, representando la disposición psicológica de la gente como regresan a casa de su exilio; ¡como el sentimiento que tenemos cuando nos podemos reunir con un amigo que no hemos visto en algún tiempo, o como cuando llegamos a casa de vacaciones, todo parece estar bien, y todo parece que canta! Sin embargo, no creo que Isaías sea simplemente retorico aquí, e incluso si lo es, yo creo que nuestro Dios trata de decirnos algo más, y eso algo más es de lo que habla Pablo cuando nos dice que “…El universo está inquieto, pues quiere ver lo que verdaderamente son los hijos e hijas de Dios…Pero le queda la esperanza; porque el mundo creado también dejara de trabajar para el polvo, y compartirá lo libertad y la gloria de los hijos de Dios” (Romanos 8:19, 20-21). En breve, yo creo que Isaías está hablando de la nueva creación que se experimentará en la segunda venida de Jesucristo, cuando toda la creación será renovada a través de su restauración a perfecta harmonía con Dios. Por lo tanto, Isaías exhorta al pueblo, ‘Calma, no tengan miedo’ (Isaías 35:4) para aquellos a quienes el Señor rescate heredaran lo que el Señor quería que poseerán desde toda la eternidad, aquí representado como Sion (Isaías 35:10); aquellos que están enfermos tendrán plenitud de salud, los ojos de los ciegos verán, los oídos de los sordos oirán, los cojos saltaran y los mudos cantaran (Isaías 35:5-6). Y ¿qué ha motivado todo esto? La gloria del Señor ha aparecido; el esplendor del Señor se ha manifestado (Isaías 35:2), y esto lo que ha renovado todas las cosas.

Es con esta renovación en mente que oímos a Santiago decirnos en nuestra segunda lectura para hoy que tengan paciencia y hagan sus corazones firmes en la resolución hasta la venida del Señor (Santiago 5:7). Él nos presenta el ejemplo del sembrador que cuida pacientemente y cuidadosamente la tierra y el crecimiento de varias plantas, viendo que tengan todo lo que necesiten hasta que finalmente obtenga el resultado deseado en forma de sustento que da vida (Santiago 5:7). Además, añade que no se deben de quejar de su corriente situación, sino que mantengan la actitud del sembrador, quien sabe que toma tiempo para que una planta madure completamente y de su fruto (Santiago 5:9).

Esta es la situación en la que nos encontramos hoy en día, i.e. en medio del crecimiento. En nuestro Evangelio de hoy, encontramos, en la forma de una respuesta a Juan el Bautista, que efectivamente, El que iba a venir a hacer todas las cosas nuevas ha aparecido, trayendo las cosas de las que Isaías hablaba como signos de renovación; ‘los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y una buena nueva llega a los pobres’ (Mateo 11:4-5). Sin embargo, no vemos la plenitud de la visión de Isaías realizada; ¿Por qué es eso? Para estar seguro, el Salvador, el Hijo de Dios ha aparecido y ha ganado la salvación para toda la creación, y, sin embargo, todo, desde niño hasta el lirio, sigue sufriendo vejez y descomposición. La razón es que estamos en un estado de tensión, nuestra salvación ha sido ganada, pero aun no está completa; puesto de manera diferente, estamos en una etapa de ya pero todavía no, un estado de crecimiento.

Para explicar esto, San Maximus el Confesor dividió conceptualmente la historia en tres épocas: La primera fue la que culminó con la Encarnación del Hijo de Dios; la segunda, una época en la que aquellos que habían sido incorporados a la vida y muerte de Cristo a través del bautismo perseguían activamente la deificación; mientras que el tercero vimos como una era de deificación pasiva, i.e. la vida venidera, cuando vamos a participar pasivamente en la vida de la Trinidad (Ad Thalassium 22). Maximus creía que el Hijo de Dios, por su vida obediente, que culmino en su muerte y resurrección, convirtió el uso del sufrimiento y de la muerte en herramientas para condenar el pecado y a través de ellas poder vivir vidas cada vez más plenamente deificadas creciendo en conformidad a la voluntad de Dios, i.e. la vida que fuimos creados para vivir (Ad Thalassium 61). Para Maximus, lo hacemos cooperando libremente con la gracia de Dios en fe, que se nos dio en el bautismo, que nos permite utilizar nuestro sufrimiento, que podríamos llamar dolores de crecimiento, con el fin de crecer en virtud, que Maximus consideraba como tipos y prefiguraciones de los beneficios futuros,” i.e. características de los que viven en la felicidad eterna (Al Thalassium 22). Además, el creía que, a través del ejercicio de la virtud, “Dios que está siempre dispuesto a volverse humano, lo hace en aquellos que son dignos” (Ad Thalassium 22). Observen lo que Maximus está describiendo aquí, cuanto más nos conformamos con la voluntad de Dios, Dios vive más en y a través de nosotros; como San Pablo dice “He sido crucificado con Cristo y ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Lo que vivo en mi carne, lo vivo con la fe: ahí tengo al Hijo de Dios que me amo y se entregó por mi (Gálatas 2:20). Como Maximus, Pablo ve esto tomando lugar a través de una interacción dramática entre la fe y la gracia. Además, ambos ven que soportar los sufrimientos tiene un efecto curativo en nuestras vidas (como Pablo dice ‘he sido crucificado con Cristo’) permitiéndonos a conformarnos cada vez más con la voluntad de Dios, no porque Dios este satisfecho por nuestros sufrimientos y los recompensa, sino porque nuestros sufrimientos indican nuestra caída, y así nos impulsa a volvernos hacia Dios, que es nuestra única fuente de vida plena y felicidad.

Amigos míos, es con esta sabiduría que la Iglesia previo a hacer el Advenimiento un tiempo de ayuno, oración y penitencia, porque Ella sabe, como Maximus y Pablo, que nuestras luchas tienen la capacidad de reorientar nuestra voluntad hacia la voluntad de Dios. Por otra parte, no debemos ver esta sumisión a la voluntad de Dios como una imposición sobre nuestra voluntad que restringe nuestras vidas, sino como creciendo en conformidad con nuestra naturaleza. Debemos recordar que fuimos creados ex nihilo, fuera de la nada, y que nuestra única existencia es en Dios, no aparte de él; aparte de él, solo podemos experimentar la muerte. Esto es para lo que el Hijo de Dios vino a recordarnos y a reparar, y es precisamente este mismo mensaje que la Iglesia busca: hacernos hiper-concientes de esto durante la temporada de Advenimiento. Tenemos una oportunidad durante las próximas dos semanas para sumergirnos en esta realidad. Lo hacemos por momentos de mayor silencio, oración, abnegación, y contemplación. De esta manera podemos obtener una comprensión más profunda de ese Fin al cual, junto con toda la creación se mueve, y si podemos aguantar estos dolores de crecimiento, comenzaremos a ver una transformación ocurrir, no solo en nosotros mismos, pero en todos y en todo lo que nos rodea. Porque al final, cooperación con la gracia de Dios significa vivir una vida de amor más completa. ¿Cómo sería tu vida si amaras más perfectamente? ¿Cómo se verían las personas que te rodean si vivieran el amor más perfectamente? ¿Cómo sería nuestro mundo si permitiéramos que el amor de Dios penetrara cada segundo del día, cada acción e interacción? Vemos estas preguntas y nos damos por vencidos inmediatamente, porque sabemos que no podemos vivir de tal manera. ¡PERO ESTO ES EXACTAMENTE EL PUNTO! ¡Nosotros no podemos, pero DIOS SI PUEDE! Y esta temporada de Advenimiento es una oportunidad para permitirle a Él a hacer precisamente eso, a penetrar cada momento de cada día, para que un mundo tan roto pueda ver más plenamente la gloria de Dios reflejada en él. No puedes controlar lo que hacen los demás, pero si puedes permitir que esta transformación tome lugar en ti y a través de ti, y al hacerlo, ¡te conviertes en un vehículo del tipo de alegría que es duradera y transformadora, la alegría de la salvación!

Su sirviente en Cristo,

Tony

Categories
En Español

Solo El Amor Perdura

perseveranceXXXIII Domingo ordinario: 11-13-16

La Paz Sea Con Ustedes,

El pasado fin de semana comenzamos el primero de tres fines de semana que tienen que ver con los “tiempos finales.” En esto vimos que aunque nuestras vidas serán perfeccionadas al final de los tiempos, podemos empezar y de hecho estamos destinados a experimentar una vida de salvación comenzando aquí y ahora viviendo una vida de unidad con nuestro Dios (a la medida en que esto es posible a este lado de la eternidad).  Este fin de semana, continuamos con el mismo tema, pero con mayor énfasis en las dificultades que enfrentaremos en nuestra peregrinación en camino a nuestra casa con Dios.

La primera lectura de Malaquías establece un tono misterioso para este fin de semana hablando muy gráficamente de la sentencia que va a caer sobre la nación de Israel.  Malaquías escribe: “Porque ya llega el día, ardiente como un horno.  Todos los orgullosos y los que hacen el mal serán quemados como paja por el fuego de ese día.  No quedaran de ellos ni ramas ni raíces.” (3:19).  Seguro que el profeta habla en términos de juicio divino, y no está en peligro de remilgar palabras en la expresión de su mensaje.  Es claro que la gente ha actuado de una manera que viola la ley de Dios, y también es claro que van a sufrir las consecuencias por haberlo hecho de una manera catastrófica.  Sin embargo, hay algunas cosas que guardar en mente al oír estas palabras de Malaquías.  Primero, aunque tomo el tenor de Isaías y algunos de los otros profetas que condenaron muy gráficamente la traición de la ley de Dios por parte de Israel y que los llevaría a su exilo, Malaquías escribe en la era post-exilio.  La gente ha regresado a Israel, su patria y así han visto la salvación que Dios les ha traído.  Sin embargo, no parece que la gente había cambiado sus maneras de ser, dando por resultado el mensaje severo que reciben del profeta.  En segundo lugar, como el último libro del Antiguo Testamento, Malaquías representa un tipo de transición.  El Juicio por venir se describe en términos apocalípticos que se parecen a las palabras que Jesús usara para hablar del juicio final, e.g. fuego, y ruina absoluta (Mateo 24:2 y 25:41; Juan 15:6).  Sin embargo, el fuego del juicio de Dios desde la perspectiva de Malaquías vendrá de una manera muy diferente, i.e. en una persona.  Del libro de Malaquías oímos que Dios mandara a su mensajero que actuara como el fuego de un refinador, como la lejía’ (3:2b), que limpiara a la gente para que ellos puedan hacer un sacrificio aceptable para Dios una vez más (3:4).  Así, mientras que Malaquías usa términos apocalípticos “del fin de los tiempos” y así se puede leer de tal manera para hablar de la parousia, el contexto inmediato de Malaquías habla de la llegada de Jesús, por lo que la iglesia ha leído tradicionalmente los pasajes anteriores como la predicción del episodio de Jesús limpiando el templo (Mateo 21:12-13 y Juan 2:13-22).  En tercer lugar, es importante notar que es exactamente lo que las personas han hecho que debe ser corregido.  En este aspecto, Malaquías no está corto de ejemplos, el habla en términos muy fuertes de la gente que es tacana con sus ofrendas a Dios (1:6-14 y 3:6-11); el colapso de uniones maritales (2:10-16); y el aprovechamiento de los trabajadores y de los necesitados (3:-5).  En breve, la gente no solo falló a vivir con la ley de Dios, ni siquiera después de recibir la buena fortuna de regresar a su patria, parecen que son incapaz de hacerlo.  Por lo tanto la gente estan no solo necesitados de un juez, sino de un juez que primeramente sea un salvador que pueda limpiar a la gente para que puedan otra vez vivir con la correcta relación con Dios.

No debe existir ninguna duda que el salvador del que habla Malaquías es Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, quien une la familia humana a Dios en su misma Persona y finalmente consolidara esta unión a través de su muerte salvadora, resurrección y ascensión.  Sin embargo, no debemos creer que estos son los únicos actos salvadores de Jesús; debemos darnos cuenta de que toda la vida de Jesús es salvífica.  ¿Cómo podemos entender esto? Por cada cargo nivelado contra la gente por Malaquías, hay una abundancia de ejemplos de la vida de Jesús que hacen exactamente lo contrario.  Por ejemplo, hace de toda su vida una ofrenda a Dios (Juan 4:34 y 6:38), condena categóricamente el divorcio (Mateo 19:3-9; Marcos 10:2-9), y se identifica con los  pobres y con los marginados de la sociedad (Mateo 25:42 y 45; Filipenses 2:5-8).  En breve, porque experimento toda la vida humana, también la santifico en su totalidad, y al hacerlo demuestra lo que significa vivir una vida de unidad con Dios que comienza aquí y ahora.  Además, él no nos pide simplemente que creamos que como ya nos ha salvado, solamente tenemos que sentarnos y esperar el día del juicio final, con la idea que porque tenemos fe en que ya hemos sido salvados no tenemos nada que hacer con respecto a nuestra salvación, nada de eso.  En cambio, EL nos pide que vivamos de una manera similar, exigiendo que luchemos para alcanzar la perfección en la vida (Mateo 5:48), diciéndonos que si lo amamos, viviremos el mandamiento que nos ha dado que culmina en el amor a Dios y al prójimo (Juan 14:15 y 23).  Sin embargo, como oímos en el Evangelio de hoy, al vivir la vida de tal manera es seguro que nos traerá sufrimientos.

En el Evangelio de hoy, le preguntan a Jesús sobre los tiempos finales y lo que ocurrirá a medida que se acercan (Lucas 21:7).  En respuesta Jesús describe cosas que ya vemos ocurriendo a nuestro alrededor hoy en día, guerras, temblores, hambrunas etc. (Lucas 21:10-11), y luego añade, “Pero…” Lo que Jesús sugiere aquí es que cosas malas seguirán ocurriendo hasta el último día, y por lo tanto su respuesta no señala un tiempo particular en la historia sino que nos exhorta a vivir la vida que ha demostrado para nosotros y dejar el plan para la historia en las manos de Divina Providencia, porque de esta manera no tenemos que preocuparnos acerca de cuando llegara el fin, sino que estaremos continuamente preparados.  Es por eso que siguiendo la palabra Pero,” Jesus les dice a sus seguidores que experimentaran persecución a manos de los que los rodean (Lucas 21:12) y les dice que esto dará lugar a que den testimonio (Lucas 12:13). ¿Cómo será este testimonio? Seguro que incluye estar listo para dar una respuesta verbal para… ¿qué exactamente? Él les dice, “serán odiados por todos a causa de mi nombre” (Lucas 21:18).  Parece extraño, no es así, que los creyentes en Cristo deben ser odiados simplemente por su creencia, de hecho, tal proposición parece absurda.  Pues si todo lo que se necesitara era una simple creencia en Cristo, ¿no podría uno mantener eso en la custodia de nuestro corazón y mente sin que nadie sepa que de hecho sostenemos tal creencia? Simplemente, no.  Por eso Jesús nos ordena una y otra vez que vivamos el mandamiento de amar, y por eso Pablo nos dice que sigamos procurando nuestra salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12), y por eso Santiago nos dice categóricamente que la fe sin obras está muerta’ (Santiago 2:17).  Es precisamente viviendo la fe que es la causa por la cual los seguidores de Jesús son perseguidos y tienen que dar testimonio de su fe, por vivir una vida de amor puro y verdadero (la cual trágicamente malinterpretan) es tan contrario a la vida del mundo que no solo los confunde y los molesta, pero es detestable para ellos hasta el punto de que desean borrarlos de su vista (cf. Sabiduría 2:12-20).

Amigos míos, como lo prometió Jesús vivimos en tal tiempo.  Vivimos en una era donde muchos intentan a relegar el mensaje del Evangelio ya sea como una enseñanza de una época pasada, y por lo tanto en necesidad de reforma con el fin de “mantenerse con los tiempos,” o como una simple enseñanza moral que quiera que las personas sean amables unos con otros.  Pero como vemos, este no es el Evangelio.  La enseñanza de Jesús no tiene como objetivo que la gente se lleve bien o simplemente sean agradables unos con otros (cf. Mateo 10:34), no vino a darle a la gente de su tiempo unas reglas simples para vivir que pudieran ser desechadas o poder dejar al lado cuando se volvieran inconvenientes (cf. Lucas 21:33), Él vino a demostrarle al mundo cuanto Dios nos ama y desea la unidad con nosotros (cf. Juan 17:23-24), y para ello, vivió una vida de amor entre nosotros; un amor que tiene benevolencia, justicia y auto-sacrificio como sus marcas distintivas, características que un mundo tan trágicamente caído y separado de Dios ya no reconoce como rasgos definitivos del amor verdadero (cf. Juan 13:1; Juan 15:13; Corintios 1:23).  Este fin de semana Jesús nos recuerda que vivir tal vida es extremamente difícil, pero también nos recuerda que, independientemente del mensaje del mundo y de los obstáculos y distracciones que pone a nuestro camino, esta es la vida para la cual fuimos creados y nos promete que si nos quedamos cerca de él y permanecemos en la unidad que vino a restablecer entre la familia humana y su Creador, nosotros también a través de esfuerzo y perseverancia podemos vivir vidas de amor aceptables a Dios, y a través de esa perduración hasta el final, alcanzar la vida a toda plenitud (cf. Lucas 21:19).

Su sirviente en Cristo,

Tony

Categories
En Español

Viviendo con Actitud de Gratitud

gratitudeXXVIII Domingo ordinario: 10-9-16

La Paz Sea Con Ustedes,

El pasado fin de semana tuvimos el placer de escuchar un mensaje maravillosamente refrescante, aunque también es un reto al hecho que fuimos creados buenos.   Esto fue indicado por el hecho que nuestro Señor nos dijo, que después de que hagamos todo lo que se nos dijo, e.g. perdonar sin fin, tener confianza en nuestro Dios sin medida, y ser caritativos con todos a nuestro alrededor, especialmente con los más necesitados, no debemos considerarnos como que hemos hecho algo extraordinario, sino simplemente como habiendo hecho lo que es normal para alguien que ha sido creado a la imagen y semejanza de Dios, y por lo tanto, en virtud de la creación, es bueno. Las lecturas que escuchamos este fin de semana nos exhortan a no tomar esta realidad por concedida sino, más bien, a dar siempre gracias al hecho que hemos sido formidable y maravillosamente hechos (Salmo 139:14).

Nuestra primera lectura del segundo Libro de Reyes, y la lectura del Evangelio de Lucas, cuentan historias de sanación, especialmente la sanación de leprosos. Los elementos de las historias nos dicen dos cosas muy importantes, que sirven como una representación alegórica de la condición humana.  En primer lugar, el hecho que estos individuos están enfermos (Naamán en la primera lectura, y los diez leprosos en el Evangelio) indican el carácter incompleto de nuestro estado actual. Esto es fácilmente observable en todas nuestras vidas.  Cualquier enfermedad que experimentamos o vemos que otros experimentan, intuitivamente sabemos que va en contra para lo que hemos sido creados.  En lo profundo de nosotros sabemos que no hemos sido creados para los efectos debilitantes de la enfermedad.  Esta intuición solo se expresa más firmemente en nuestra repulsión hacia la muerte.  Simplemente hay algo acerca de la muerte que parece tan antinatural, tan injusta.  En breve, sabemos que estamos destinados a vivir, y al ser enfrentados con enfermedad personal, o con la enfermedad de un ser querido, preguntamos ¿Por qué?  Incluso en los momentos de incredulidad, exigimos una explicación para esta realidad repugnante, y nosotros también clamamos a nuestro Dios exigiendo una respuesta, haciéndole eco a los leprosos del Evangelio, “¡Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros!”

Tomando en consideración nuestra inclinación natural hacia la vida, y la impropiedad de la muerte, encontramos que la condición leprosa de estos individuos tiene una función explicativa.  Como leprosos, estos individuos habrían sido marginados de la sociedad judía, considerados impuros, de un punto de vista médica y religiosa/social.  Aunque la enfermedad de estos individuos habría precedido su expulsión de la sociedad, su condición social sirve alegóricamente como una función epidemiológica (i.e. nos explica por lo que somos propensos a la enfermedad), conectando la enfermedad con el distanciamiento social. La semana pasada, vimos que hemos sido creados para hacer presente al mundo la vida de Dios a cuya imagen hemos sido creados, viviendo vidas de amor sacrificial, de perdón y de confianza en Dios.  Al hacerlo, demostramos lo que significa vivir una vida plenamente humana que solo puede ser realizada viviendo en unión con Dios, Que Es una comunión de Las Tres Personas Divinas.  Sin embargo, con el fin de hacerlo, primeramente tenemos que tomar medidas para ser reincorporados a esta Comunión Divina.

Lo hacemos en el bautismo. En nuestra primera lectura, vemos a Naamán sumergiéndose en el Rio Jordán siete veces, habiendo recibido instrucciones del profeta Eliseo que lo hiciera así (2 Reyes 5:10 y 14)). El hecho que Eliseo le instruyo a Naamán que se lavara en el Jordán siete veces, no debe pasar desapercibido por nosotros. En primer lugar, el agua en sí es una fuente de vida, sin agua, morimos.  Este baño en agua es también un presagio del bautismo, donde sumergidos en el agua alcanzamos vida en el espíritu de Cristo (1 Corintios 12:13).  Finalmente el número siete es el número de terminación (e.g. Dios habiendo terminado la obra de la creación descanso en el séptimo día, Génesis 2:2-3).  Así al lavarse Naamán siete veces indica su restauración a la integridad de su creación enfatizado por el hecho de que se nos dice que al hacerlo, la piel de Naamán se hizo semejante a la de un niño pequeño (2 Reyes 5:14).  El método de curación empleado por Eliseo parece ser diferente del método utilizado por Jesús en nuestro Evangelio de hoy.  En contraste con Eliseo, Jesús  no les dice a los diez leprosos que se vayan a lavar, simplemente les dice, “Vayan y preséntense a los sacerdotes” (Lucas 17:14). ¿Por qué se tenían que presentar ante los sacerdotes?  La comunidad de Israel era teocrática dirigida por funcionarios religiosos en ambos asuntos cívicos y religiosos, y solamente con la aprobación de los sacerdotes un leproso podía ser declarado limpio (vea Levítico 14:1-9). Pero, ¿Qué nos dice eso? Después de todo, nosotros no vivimos en una teocracia, y entonces lo que dicen los sacerdotes o pastores sobre nuestra condición limpia o no, no tiene ningún impacto en nosotros.  Lo que nos indica esto es que, contrario a aquellos que insisten que pueden ser espirituales sin ser religiosos, Jesús no tenía esa intención.  Más bien, era vital que los que habían de vivir por el Espíritu (vea Juan 4:24 y Gálatas 5:25-26) serían reunidos en la comunidad organizada de manera que cada miembro del Cuerpo de Cristo pudiera vivir la vida al máximo desempeñando la parte para la cual él o ella fue creado (vea 1 Corintios 12).  Así, lo que vemos aquí es que ser plenamente vivos significa ser un miembro de esa comunidad la cual tiene como a su cabeza a Jesucristo (Colosos 1:18), dando vida a todos sus miembros en el Espíritu, el Cuerpo de Cristo, i.e. la Iglesia.

Habiéndonos hecho miembros de la Iglesia en el bautismo, atreves de la gracia compartimos en la vida del Dios que nos hizo y así comenzamos a vivir una vida plenamente humana, sin embargo, no hay que volveros perezosos o descansar en nuestros laureles, porque es tan fácil de separarnos del Cuerpo de Cristo, y  perder esta plenitud de la vida como lo es llegar a separarnos de ella.   Por esta razón, Pablo exhorta a Timoteo junto con todos nosotros a que soportemos todo lo que podamos sufrir por ser un miembro del Cuerpo de Cristo, así como Pablo estaba sufriendo (2 Timoteo 2:10), recordándonos de las condiciones de nuestro Bautismo: “Una cosa es cierta: Si hemos muerto con él, también vivimos con él.  Si sufrimos pacientemente con él, también reinaremos con él.  Si lo negamos, también él nos negara.  Si somos infieles, el permanece fiel, pues no puede desmentirse a sí mismo” (2 Timoteo 2:11-13).  Noten, por favor, las condiciones que indica aquí Pablo: si perseveramos, si negamos, si somos infieles.  Y no nos dejemos desviar por la última condición, si somos infieles, el permanece fiel, pues no puede desmentirse a sí mismo.  Esto no quiere decir que no importa lo que hagamos nuestro bautismo nos salva, nada de eso.  Estos versos se deben tomar en conjunto.  ¿A qué es lo que Cristo permanece fiel? ¿A nosotros?  A la medida en que somos miembros de Su Cuerpo, sí, porque Él es fiel a sí mismo como la Palabra del Padre.  Sin embargo, como la verdadera Palabra que nunca cambia, Jesús no puede volverse atrás a lo que nos ha dicho del Padre, esto sería una contradicción de su propia persona.  Así que para permanecer en El, debemos que vivir la vida de amor que él nos manda a vivir, porque solo el amor nos puede guardar seguros dentro de la comunidad de la Vida de Dios que es Amor.

Amigos míos,  es por eso que hoy una actitud de gratitud se pone ante nosotros como un ejemplo a seguir.  Así como Naamán, habiendo sido sanado en las aguas del Jordán, pide dos cargas de mulas de  tierra con el fin de poder ofrecer sacrificios al Dios Quien Naamán reconoce que lo había sanado (en aquellos días se creía que los dioses estaban asociados con el territorio que reinaban).   Y el único leproso, quien al darse cuenta que había sido sanado regreso a darle gracias Al que lo había sanado, y quien es elogiado por nuestro Señor por haberse dado cuenta.  Estos ejemplos se nos dan este día porque son dignos de seguir ya que es precisamente la actitud de gratitud que nos impide creer que podemos alcanzar la vida al máximo por nosotros mismos, y en vez nos recuerda que solo en Dios vivimos, nos movemos y existimos (Hechos 17:28), y podemos tener la esperanza de algún día obtener la plenitud de la “salvación que se nos dio en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna” (2 Timoteo 2:10).

Su sirviente en Cristo,

Tony

Categories
En Español

Enfoquémonos En La Carrera Actual

Race TrackXX Domingo Ordinario: 8-14-16

La Paz Sea Con Ustedes,

El domingo pasado hablamos acerca de que la fe puede actuar como un portal que nos permite vivir la vida eterna comenzado aquí y ahora.  Además, vimos que una vida llena de fe no es caracterizada por una vida conducida con la mentalidad de acercamiento abstracto, sino que es caracterizada por una búsqueda activa de la vida que Dios nos llama a vivir, como lo fue modelado por nuestro padre en la fe, Abrahán.  Así también, escuchamos a Jesús que nos llama a pasar por el portal de fe para que nosotros y todos a nuestro alrededor comencemos a vivir la vida para la cual fuimos creados, ahora mismo.  Esta semana nos enfrentamos con la difícil realidad que vivir una vida llena de fe nos puede llevar por un camino doloroso y solitario.

Las lecturas de esta semana hacen un buen trabajo proporcionando ejemplos de la soledad que podemos experimentar en diferentes niveles de la sociedad como resultado de vivir una vida basada en la fe.  En nuestra primera lectura, encontramos a la princesa de Judá exigiendo la vida del profeta Jeremías.  Jeremías había adquirido tal resentimiento por haber proclamado al pueblo de Judá que resistir los poderes de Babilonia era fútil ya que había sido determinado por Dios que la gente de Judá serian, de hecho, superados y exiliados a manos del rey de Babilonia.  Así pues, Jeremías animo a  la gente a cumplir con la voluntad de Dios, a que se entregaran a Babilonia pacíficamente (cf. 38:2-3).  Esto no le cayó bien a la princesa de Judá, quien no solo se negó a reconocer tal mensaje como siendo de inspiración divina, pero quiso desterrar al portador de ese mensaje de la vista de todos.

La experiencia de Jeremías es la experiencia de muchos cristianos por todo el mundo hoy en día, por supuesto a diferentes grados.  En el Medio Oriente, los cristianos son martirizados por el solo hecho de practicar su fe; mientras que aquí en nuestro propio país los individuos se enfrentan a que se les termine su empleo, o arriesgan a que lleven a sus negocios a la corte por expresar sus creencias. Lo que vemos de ejemplo en la historia de Jeremías y en la vida moderna, es que la Palabra de Dios es tan difícil de aceptar que la gente, con mucha frecuencia, prefieren aislar a aquellos que viven de acuerdo con la Palabra de Dios (para que no les recuerde de La Palabra), y así no permitirles que pregunten de su modo de vida, no importa que tan mal vivan (cf. Sabiduría 2:12).

Los ejemplos citados hasta ahora, nos dejan en una posición bastantemente confortable.  Después de todo, podemos ver el mundo de hoy y nos decimos – Sí, es un lugar duro para nosotros, los cristianos, vivir hoy en día, y nos damos una palmadita en la espalda.  Pero antes de flotar en una nube de los que se creen justos, debemos preguntarnos, ¿hasta dónde llega mi lealtad a la Palabra de Dios? ¿A quien y a que estoy dispuesto a alejar si me impide vivir la vida que Dios me llama a vivir.?

En su obra “El Gran Divorcio,” C. S. Lewis nos dice de una mujer llamada Pam, quien, al acercarse a las puertas del cielo se horroriza cuando la recibe su hermano en vez de su hijo a quien había perdido durante su vida en la tierra.  Su hermano procede a informarle que antes de que pueda ver a su hijo, que ya ha llegado a la patria eterna, tendrá que reordenar sus amores.  En breve, como le dice su hermano, el amor de Pam para su hijo, se había convertido en un dios falso porque se estableció como un bien por sí mismo, aparte del amor de Dios.  Y, como su hermano le señala, no podemos amar nada adecuadamente, ni a nuestra familia completamente, hasta que amemos a Dios en primer lugar (vea el Gran Divorcio, capítulo 11).  Dejamos a Pam en el mismo lugar que la encontramos, negándose a reconocer que sus amores habían sido desordenados de esta manera, y por lo tanto, distanciada no solo de Dios, pero también de su hijo y de todos los demás.

De una manera un poco diferente, encontramos a Jesús que nos advierte de la división que vendrá a nuestras vidas si vivimos una vida que busca una relación con Él en vez de con el mundo.  Hoy, Jesús nos dice que Él no ha venido a traer paz al mundo, sino una división ardiente (cf. Lucas 12:49 y 51).  Como Él continua a decirnos, esta división no solamente dividirá a los creyentes del mundo, como vimos en la historia de Jeremías, pero dividirá miembros de la familia unos contra otros.  Seguro que este es un mensaje difícil de aceptar.  Pero antes de huirle como si fuera un mensaje velado, que seguramente significa algo distinto a lo que dice, preguntémonos una pregunta: ¿Porque?  ¿Porque dice Jesús tal cosa?

Para encontrar la respuesta, vamos a reconsiderar la historia de Pam.  Lo que mantenía a Pam aparte de Dios era el amor desordenado para su hijo.  Este tipo de amor sin orden, como nos dice Lewis, es difícil de detectar ya que aparece como un bien, y debido a su semejanza, cuando “finalmente niega la conversión su corrupción será peor que la corrupción que llamamos las paciones inferiores.  Se trata de un ángel con fuerza superior, y por lo tanto, cuando cae se hace un diablo más feroz” (El Gran Divorcio, cap. 11).  Si tomamos un momento para considerar, podemos encontrar que hemos sido engañados a caer en formas similares de amor sin orden.  ¿Cuantas veces no hemos excusado las acciones de los que amamos, viendo hacia otro lado, incluso cuando sabemos que viven de manera opuesta a la forma que nos han enseñado es lo correcto, simplemente porque son nuestros seres queridos?

Mis amigos, lo que hace que las palabras que oímos a Jesús decir esta semana, sean tan difícil de aceptar es que son al mismo tiempo una acusación a un nivel muy personal, y son un llamado a vivir vidas de justicia, benevolencia y sacrificio de sí mismo; i.e. una vida de verdadero amor.  Tristemente, en nuestro mundo caído, verdadero amor es a menudo rechazado, lo que resulta en división, odio, y hasta violencia, como se vio tan enfáticamente en el Calvario.  ¡Por esta razón, debemos, como el autor de Hebreos nos dice hoy, mantener el enfoque y persistir en la carrera que corremos que busca unidad con nuestro Dios, para hacer que su amor ya esté presente en el mundo! (cf. Hebreos 12:1-4).  ¡Si perseveramos y mantenemos nuestro enfoque en Jesús, podremos estar seguros que superaremos todas las adversidades para poder vivir la vida al máximo, en esta vida y en la próxima!

Su sirviente en Cristo,

Tony

Categories
En Español

La Oración Persistente

Persistent PrayerXVII Domingo Ordinario: 7-24-16

La Pas Sea con Ustedes,

La semana pasada por medio del relato de Marta y María, recibimos instrucciones acerca de cómo un discípulo de Jesús debe ordenar su vida.  Es decir, la vida de discipulado es conformado por la relación que uno tiene con Jesús, pero no es caracterizada por contemplación sedentario (oración), mas bien, nuestra relación con Jesús nos da impulso a una vida de trabajo basado en la fe.  Hoy Jesús se centra en la dimensión de la oración de nuestra vida de discipulado.

Si tuviéramos que resumir lo que Jesús nos dice acerca de cómo debemos enfocarnos en la oración, simplemente diríamos que debemos ser persistentes en la oración.  En nuestro Evangelio de hoy, Jesús usa la parábola de un hombre que va con su amigo en medio de la noche pidiéndole que le preste algunos suministros. Al final Jesús nos dice, que si su amigo no se levanta por su amistad, le dará lo que le pide por su persistencia.  Por lo tanto, debemos entender que ¿si oramos con persistencia Dios nos da lo que queramos? Absolutamente no.  Esto sería completamente entender mal la función de la oración.  Mejor dicho, oración persistente se supone que tiene doble efecto: 1) En orando persistentemente nuestra voluntad se une con la de Dios, para que nuestro deseo sea propiamente orientada; y 2) Cómo dice San Agustín, oración persistente tiene el efecto de ‘extender nuestra capacidad para recibir los gran dones que Dios está preparando para darnos.’

Ahora puedes protestar diciendo, al fin el hombre obtiene lo que quiere.  Si, podemos estar seguros que Dios escucha y responde nuestras oraciones si son conformes con Su voluntad.  Sin embargo, puede que la respuesta no sea la que teníamos en mente.  Entonces, lo que esto quiere decir es que necesitamos estar disponibles a las sorpresas de Dios.  Nuestra oración puede ser respondida de una manera completamente inesperada que a lo mejor no nos damos cuenta si no la buscamos.

Mis amigos, la jornada de discipulado tiene sus altas y sus bajas, torceduras y vueltas que se entienden solamente de la competencia de Dios.  Debemos confiar que El sabe guiarnos exactamente a donde necesitamos llegar, y estar listos a caminar por las puertas que El nos abre, aún cuando nos sean las puertas por las que esperábamos pasar.  Hay que estar dispuesto a los planes sorprendentes de Dios, porque les puedo asegurar, que el camino que El diseña siempre será más emocionante y más satisfactorio que cualquier cosa que pudiéramos imaginar.

Su sirviente en Cristo,

Tony