Por Tony Crescio
Puede que no sea tan sorprendente que cuando le preguntan a los cristianos (en una encuesta o entrevista) si hay alguna área de su vida que tienen dificultad con o que desean mejorar en, muchos responden con respuestas relacionadas a la oracion. Para muchos de nosotros, la oracion es algo difícil de comprender y muchos de nosotros nos preguntamos: que es orar? y cómo debo orar? Es refrescante, por lo tanto, encontrar a los discípulos pidiéndole a Jesús instrucción sobre este tema en el Evangelio de hoy.
Muchas veces caemos en la mentalidad que la oración debe tener cierta forma, que debemos usar una formulación para fin de que cuente, por decirlo así. Sin embargo, aunque hablemos acerca de cuál es la propia manera de enfoque a la oracion (como veremos cuando reflejemos sobre el Padre Nuestro), la oración no es en primer lugar formulaico, pero conversacional. Simplemente dicho, la oración no es nada más que conversar con Dios, o cómo dice San Juan Damasceno: ‘La oración es elevar nuestra mente y corazón a Dios…” (CCC 2559). El problema entonces, no es que la oración sea complicada, sino, muy a menudo, el problema es que no vemos a Dios como alguien con quien deseamos conversar. Consideren por un momento cual es la cosa más natural en el mundo para nosotros sino de comunicarnos con aquellos a los que estamos cerca. ¿Y cómo es que nos acercamos a ellos? Pasando tiempo con ellos. Por lo tanto, si queremos mejorar nuestra vida de oración, Thomas Merton nos surgiere que lo primero que necesitamos hacer es ‘tomarnos el tiempo.’
Para encontrar la respuesta de cómo debemos orar, nos podemos enfocar en el Padre Nuestro. Porque si vamos a orar correctamente, San Agustín nos dice, “no decimos nada más de lo que ya está en el Padre Nuestro” (Carta 130, p. 22). Para ser breve, veamos la estructura básica del Padre Nuestro. Para empezar, es una oración que une, por que decimos “Padre Nuestro,” no “mi Padre,” sugiriendo que solamente unidos con Cristo podemos decir verdaderamente que somos hijos e hijas de Dios, capaz de llamarle Padre. Luego, encontramos tres peticiones pidiendo que la gloria de Dios sea manifestada en nuestro mundo a través de nuestras vidas, y por lo tanto, atraernos a El: “Santificado sea Tu nombre…venga tu Reino…hágase tu voluntad.” Las próximas dos peticiones: “Danos…perdónanos…” nos ayudan a reconocer que dependemos en Dios para nuestra vida aquí y ahora ‘para ser alimentados y sanados de la división del pecado,’ (cf. CCC 2805), y las últimas dos peticiones reconocen que nuestra vida no se limita en aquí y ahora sino que somos destinados para la vida eterna “no nos dejes caer…líbranos…” En suma, podemos reconocer que el Padre Nuestro es cómo Tertulian dijo, el ‘resumen de todo el Evangelio,’ porque sus palabras proclaman el drama humano en su contexto proprio, en otras palabras, en relación a Dios.
Por supuesto, subyacente esta comprensión de la oración es entendimiento de quien es Dios. Es decir, la conceptualización Cristiana de Dios es que Dios es al mismo tiempo totalmente transcendente y completamente inmanente. Por lo tanto, porque Dios es totalmente transcendente, la oración debe ser centrada sobre, y la base debe ser establecida encima de El (cómo esta en la primera parte del Padre Nuestro). Adicionalmente, porque Dios es totalmente inmanente; la realidad de la cual es bellamente manifestada en la Encarnación y perpetuada misteriosamente por El Espíritu Santo; podemos hablar con Dios cómo Uno que nos entiende (cf. Hebreos 4:15); está cerca de nosotros (cf. Matt 28:20); y El cual se nos ha asegurado nos cuida (cf. Matt. 10:30 y Lucas 12:6) (cómo está en la última parte del Padre Nuestro).
Mis amigos, hemos sido creados para tener perfecta unidad con Dios, El cual nos creó, y solamente en unión con El podemos ser completamente vivos. Además, el mismo Dios que quien nos creó, intensamente desea que poseamos plenitud de vida, por eso el mismo Se hiso uno de nosotros, para poder ser uno con nosotros. Si tomamos esto por cierto, la oración puede rápidamente convertirse de algo incómodo y extraño a lo que debe ser y en realidad es; la cosa más natural que podemos hacer. Porque en realidad, la oración es la manera de vivir la vida para la cual hemos sido creados empezando hoy mismo.
Tony Crescio is the founder of FRESHImage Ministries. He holds an MTS from the University of Notre Dame and is currently a PhD candidate in Christian Theology at Saint Louis University. His research focuses on the intersection between moral and sacramental theology. His dissertation is entitled, Presencing the Divine: Augustine, the Eucharist and the Ethics of Exemplarity.
Tony’s academic publications can be found here.