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Entendiendo La Navidad a Través de María

Solemnidad de da Bendita Virgen María, la Madre de Dios-1 de enero

La Paz sea con Ustedes,

Con muchos de los árboles de Navidad esperando a ser, o que ya han sido levantados de la banqueta, podemos pensar que la temporada de Navidad vino y se fue, y que con la fiesta de este día seguimos adelante en el drama de la salvación.  Sin embargo, esto es meramente indicativo de un cambio en la cultura secular ajustando la “temporada de fiesta” entre las celebraciones del Día de Acción de Gracias (Thanksgiving) y el día de la Navidad, y no refleja la celebración tradicional de la Iglesia. En cambio, la Iglesia ha celebrado tradicionalmente una temporada de Navidad que comienza con la celebración de la Misa de Media Noche y que incluye la celebración de la Octava de Navidad; dentro de la cual se celebran las fiestas de los Santos Inocentes (28 de diciembre), la Sagrada Familia (30 de diciembre), y la Solemnidad de la Maternidad de María (hoy).  La temporada de Navidad continuara con la celebración de la fiesta de Epifanía, y concluirá con la fiesta del Bautismo del Señor. 

Así, hoy concluye la celebración de la Octava de Navidad, y propiamente hablando, la celebración de la Encarnación que comenzó en la víspera de Navidad no parara hasta que se termine el día.   Entonces podemos encontrar extraño que la Iglesia coloca la Solemnidad de la Maternidad de María en el día de cierre de la Octava de Navidad, después de todo, ¿no estamos celebrando el nacimiento de Cristo? La respuesta es absolutamente, es por eso que la Solemnidad de hoy sirve como un perfecto sujeta libro para una celebración tan augusta.

La pregunta para la cual debemos buscar una respuesta es ¿Por qué es la celebración de la Maternidad de María tan importante para nuestra comprensión del drama de la salvación? Para empezar, es importante entender lo que estamos celebrando en esta solemnidad.  Después de todo, si simplemente celebramos el hecho de que María era de hecho una madre, no habría nada notable o controversial; ni seria causa para que sea litúrgicamente situada como la celebración culminante de la Octava de Navidad. Así que fácilmente nos damos cuenta que la maternidad que celebramos no es una maternidad ordinaria (no para descartar la belleza o importancia de la maternidad ordinaria), sino algo mucho mas teológicamente misterioso y significativo. Es decir, la solemnidad de hoy es una celebración de María como la Madre de Dios o Theotokos, que es el Griego para portadora de Dios.

Desde hace más de dos mil años la gente ha intentado de descontar o negarle rotundamente el título de Theotokos a María. Esto ha tomado diversas formas. En el segundo siglo un filósofo Griego llamado Celsus un oponente vocal del cristianismo, escribió que Jesús era el hijo ilegitimo de un soldado Romano llamado Pantera en un intento de descreditar al secta rival. Posteriormente en medio de las controversias cristológicas de la Iglesia, Nestorio le negaría a María el título de Theotokos y preferiría conferirle el título de Christotokos (Portadora de Cristo) en un intento equivocadamente diseñado a proteger la impasibilidad de Dios.  Pasen al siglo XX y encontramos teólogos como Paul Tillich, que descarta la idea de que María sea la Madre de Dios como legendaria e incluso llega a decir que la creencia es casi herética (Teología de la Cultura, Capitulo 5.5). Y luego, hace unas semanas, en un sermón que dio el cuatro de diciembre, el ministro protestante, Andy Stanley, siguiendo el mismo argumento “legendario” de Tillich, dijo que tal vez la historia de la concepción virgen de Jesús fue creada para darle a Jesús “credibilidad religiosa”, y que en toda realidad, ‘el cristianismo no depende de la verdad de las historias del nacimiento de Jesús, sino más bien en las historias de la Resurrección.’ En justicia al pastor Stanley, el no niega que María es Theotokos pero su lenguaje deja la puerta abierta a tal afirmación por el hecho de que no la defiende y en lugar la descuenta.  Pero lo que Stanley, Tillich, y Nestorius que son todos soportadores de la cristiandad no pueden entender, y que al parecer que Celsus como adversario entendió muy bien, es que si niegas que Jesús fue concebido del Espíritu Santo y nacido de la Virgen María, todas las reivindicaciones posteriores del cristianismo son invalidadas. Hacer tal declaración puede parecer un poco exagerada, pero consideren conmigo por un momento lo que sigue de la negación de María como Theotokos.

Si Jesús no fue concebido del Espíritu Santo, la implicación que necesariamente sigue es que fue concebido como tú y yo, i.e. por la unión de una madre y un padre biológicos. Lo que sigue de tal base conceptual es que la intimidad de Jesús con Dios, o su ser identificado como el Hijo de Dios no es personal (y por esto me refiero intrínseco a su propia persona), sino que es reducido a un fenómeno espiritual que ocurrió después de su concepción, i.e. que Jesús, por alguna razón, fue dotado con una abundancia de la gracia de Dios ganándole el “título honorifico” si tu deseas, Hijo de Dios. Uno puede llegar incluso a decir que Jesús fue completamente saturado con el Espíritu Santo que perfecciono su unión con Dios, o quizás, más específicamente con la segunda persona de la Trinidad. Es importante ver aquí que lo que se niega es la Unión Hipostática, la creencia que Jesús era completamente Dios y completamente hombre, que poseía una naturaleza humana completa dentro de su Persona divina. Esto (pace Pastor Stanley) es la reivindicación central del cristianismo. Esto es porque su negación necesariamente niega la posibilidad de la salvación porque haría a Jesús como tú y como yo, porque todos hemos sido creados para este tipo de unidad, como Pablo nos dice hoy en nuestra segunda lectura a los Galatas (4:5-7). Además, es este tipo de unidad que la Iglesia siempre ha sostenido que no podríamos lograr por nuestra cuenta debido a nuestra caída. Por lo tanto, si Jesús es simplemente una persona humana perfeccionada, sencillamente no estamos salvados, porque ningún ser humano puede traer la salvación a la familia humana y, a su vez, a toda la creación, esto solo puede ser por obra de Dios.

Proclamar a María como Theotokos fue fácilmente entendido como imperativo para el paradigma cristiano por los padres de la Iglesia. Por esta razón, en su refutación de los Gnósticos, que sostenían que Jesús era de hecho un regular ser humano al que se le entrego el mensaje secreto de la salvación por Cristo para compartir con la familia humana, y por lo tanto que no era Dios que había nacido o había muerto, sino el Jesús humano. San Ireneo considera que es necesario enfatizar la importancia de María para el plan de Dios para la salvación del mundo. El escribe, “por lo tanto, esos que alegan que el no tomo nada de la virgen erran grandemente…Porque si no recibió la sustancia de la carne de un ser humano, ni se hizo hombre ni el Hijo del Hombre; y si no fue hecho lo que fuimos, no hizo nada grande en lo que sufrió y soporto” (Contra las Herejías, Libro 3.22.1). Aquí, Ireneo nos enseña que entender a María como Theotokos es parte integral de nuestra creencia en el funcionamiento de nuestra salvación a través de Jesucristo. Debido a esto, Ireneo habla de María como la nueva Eva, la nueva madre de la humanidad habiendo dado a luz a Jesús, quien, porque marca un nuevo comienzo para la familia humana es comparable con Adán.  En la misma manera que en la obra de Pablo (e.g. 1 Corintios 15:45).

De una forma similar, cuando Nestorius negó que María era Theotokos y en vez dijo que era Cristotokos; afirmando que ella era la portadora de aquel que se uniría al Hijo de Dios bajo el título de Cristo; San Cirilo de Alejandría refuto con fuerza tal reclamación escribiendo que la Iglesia llama a “la santa Virgen theotokos, no porque la naturaleza del Logos o de la deidad tomo el comienzo de su existencia en la Santa Virgen, sino porque el cuerpo santo que nació de ella, poseía una alma racional, y al cual el Logos fue unido hipostáticamente, se dice que tuvo un nacimiento carnal” (Segunda Carta a Nestorius). Observen por favor lo que se dice y lo que no se dice aquí. No se dice que la Divinidad tiene su origen en María, porque Dios simplemente es de toda la eternidad. Lo que se dice, sin embargo, es que María concibió y dio a luz a la naturaleza humana que desde el primer momento de su existencia (siendo concebido del Espíritu Santo) se unió personalmente o hipostáticamente con el Hijo de Dios, y así, Ella puede y debe ser debidamente llamada Theotokos, como el Concilio de Calcedonia definiría más adelante, no puede entenderse que haya ninguna separación o división entre las naturalezas humana y divina en Cristo, sino una unidad perfecta de ambas sin mesclar ni confundir. Es desde esta perspectiva que queda claro que la afirmación de María como Theotokos es en su esencia una afirmación acerca de quién es Jesucristo y como es que la celebración de la maternidad de María es complementaria y de ninguna manera rival al nacimiento de Cristo.

Amigos míos, a fondo lo que celebramos hoy es, una vez más, el misterio de nuestra salvación que comienza con la Encarnación, un acontecimiento que tuvo lugar dentro de María en virtud de su fiat. Por lo tanto, hoy, se nos pide que imitemos a María, que escucho lo que el ángel le dijo en la Anunciación y vio los acontecimientos que tomaron lugar alrededor del nacimiento de su Hijo y contemplo todas estas cosas dentro de su corazón (Lucas 1:34 y 2:19). Hemos sido confrontados por el misterio de nuestra salvación habiendo recibido el mensaje de que el hijo de Dios ha llegado a ser el Hijo del Hombre, tomando todo lo que es nuestro para que podamos recibir todo lo que es suyo, y nos quedan dos decisiones que tomar: ¿creemos que esto es cierto y permitiremos que ese misterio tome lugar en nuestras propias vidas como lo hizo María? Nunca seremos los Theotokos de la misma manera que María; Dios le ha dado ese honor misterioso a solo una persona humana. Sin embargo, por el “si” de esa persona, se nos ha dado la oportunidad de vivir unidos con Dios, y a su vez traer su presencia al mundo de nuestra manera única, permitiéndole a vivir en y a través de nosotros. Las ramificaciones de nuestras decisiones son grandes, porque decidirán no solo nuestra salvación, sino la capacidad de Dios para trabajar la salvación del mundo a través de la familia humana. En esto encontramos una última lección que queda clara por la proclamación de María como Theotokos, porque Dios no solo desea nuestra salvación, sino que en su gran misericordia desea compartir la dignidad de tan gran obra con nosotros. ¿Le harás eco al sí de María?

Su sirviente en Cristo,

Tony

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