XX Domingo Ordinario: 8-14-16
La Paz Sea Con Ustedes,
El domingo pasado hablamos acerca de que la fe puede actuar como un portal que nos permite vivir la vida eterna comenzado aquí y ahora. Además, vimos que una vida llena de fe no es caracterizada por una vida conducida con la mentalidad de acercamiento abstracto, sino que es caracterizada por una búsqueda activa de la vida que Dios nos llama a vivir, como lo fue modelado por nuestro padre en la fe, Abrahán. Así también, escuchamos a Jesús que nos llama a pasar por el portal de fe para que nosotros y todos a nuestro alrededor comencemos a vivir la vida para la cual fuimos creados, ahora mismo. Esta semana nos enfrentamos con la difícil realidad que vivir una vida llena de fe nos puede llevar por un camino doloroso y solitario.
Las lecturas de esta semana hacen un buen trabajo proporcionando ejemplos de la soledad que podemos experimentar en diferentes niveles de la sociedad como resultado de vivir una vida basada en la fe. En nuestra primera lectura, encontramos a la princesa de Judá exigiendo la vida del profeta Jeremías. Jeremías había adquirido tal resentimiento por haber proclamado al pueblo de Judá que resistir los poderes de Babilonia era fútil ya que había sido determinado por Dios que la gente de Judá serian, de hecho, superados y exiliados a manos del rey de Babilonia. Así pues, Jeremías animo a la gente a cumplir con la voluntad de Dios, a que se entregaran a Babilonia pacíficamente (cf. 38:2-3). Esto no le cayó bien a la princesa de Judá, quien no solo se negó a reconocer tal mensaje como siendo de inspiración divina, pero quiso desterrar al portador de ese mensaje de la vista de todos.
La experiencia de Jeremías es la experiencia de muchos cristianos por todo el mundo hoy en día, por supuesto a diferentes grados. En el Medio Oriente, los cristianos son martirizados por el solo hecho de practicar su fe; mientras que aquí en nuestro propio país los individuos se enfrentan a que se les termine su empleo, o arriesgan a que lleven a sus negocios a la corte por expresar sus creencias. Lo que vemos de ejemplo en la historia de Jeremías y en la vida moderna, es que la Palabra de Dios es tan difícil de aceptar que la gente, con mucha frecuencia, prefieren aislar a aquellos que viven de acuerdo con la Palabra de Dios (para que no les recuerde de La Palabra), y así no permitirles que pregunten de su modo de vida, no importa que tan mal vivan (cf. Sabiduría 2:12).
Los ejemplos citados hasta ahora, nos dejan en una posición bastantemente confortable. Después de todo, podemos ver el mundo de hoy y nos decimos – Sí, es un lugar duro para nosotros, los cristianos, vivir hoy en día, y nos damos una palmadita en la espalda. Pero antes de flotar en una nube de los que se creen justos, debemos preguntarnos, ¿hasta dónde llega mi lealtad a la Palabra de Dios? ¿A quien y a que estoy dispuesto a alejar si me impide vivir la vida que Dios me llama a vivir.?
En su obra “El Gran Divorcio,” C. S. Lewis nos dice de una mujer llamada Pam, quien, al acercarse a las puertas del cielo se horroriza cuando la recibe su hermano en vez de su hijo a quien había perdido durante su vida en la tierra. Su hermano procede a informarle que antes de que pueda ver a su hijo, que ya ha llegado a la patria eterna, tendrá que reordenar sus amores. En breve, como le dice su hermano, el amor de Pam para su hijo, se había convertido en un dios falso porque se estableció como un bien por sí mismo, aparte del amor de Dios. Y, como su hermano le señala, no podemos amar nada adecuadamente, ni a nuestra familia completamente, hasta que amemos a Dios en primer lugar (vea el Gran Divorcio, capítulo 11). Dejamos a Pam en el mismo lugar que la encontramos, negándose a reconocer que sus amores habían sido desordenados de esta manera, y por lo tanto, distanciada no solo de Dios, pero también de su hijo y de todos los demás.
De una manera un poco diferente, encontramos a Jesús que nos advierte de la división que vendrá a nuestras vidas si vivimos una vida que busca una relación con Él en vez de con el mundo. Hoy, Jesús nos dice que Él no ha venido a traer paz al mundo, sino una división ardiente (cf. Lucas 12:49 y 51). Como Él continua a decirnos, esta división no solamente dividirá a los creyentes del mundo, como vimos en la historia de Jeremías, pero dividirá miembros de la familia unos contra otros. Seguro que este es un mensaje difícil de aceptar. Pero antes de huirle como si fuera un mensaje velado, que seguramente significa algo distinto a lo que dice, preguntémonos una pregunta: ¿Porque? ¿Porque dice Jesús tal cosa?
Para encontrar la respuesta, vamos a reconsiderar la historia de Pam. Lo que mantenía a Pam aparte de Dios era el amor desordenado para su hijo. Este tipo de amor sin orden, como nos dice Lewis, es difícil de detectar ya que aparece como un bien, y debido a su semejanza, cuando “finalmente niega la conversión su corrupción será peor que la corrupción que llamamos las paciones inferiores. Se trata de un ángel con fuerza superior, y por lo tanto, cuando cae se hace un diablo más feroz” (El Gran Divorcio, cap. 11). Si tomamos un momento para considerar, podemos encontrar que hemos sido engañados a caer en formas similares de amor sin orden. ¿Cuantas veces no hemos excusado las acciones de los que amamos, viendo hacia otro lado, incluso cuando sabemos que viven de manera opuesta a la forma que nos han enseñado es lo correcto, simplemente porque son nuestros seres queridos?
Mis amigos, lo que hace que las palabras que oímos a Jesús decir esta semana, sean tan difícil de aceptar es que son al mismo tiempo una acusación a un nivel muy personal, y son un llamado a vivir vidas de justicia, benevolencia y sacrificio de sí mismo; i.e. una vida de verdadero amor. Tristemente, en nuestro mundo caído, verdadero amor es a menudo rechazado, lo que resulta en división, odio, y hasta violencia, como se vio tan enfáticamente en el Calvario. ¡Por esta razón, debemos, como el autor de Hebreos nos dice hoy, mantener el enfoque y persistir en la carrera que corremos que busca unidad con nuestro Dios, para hacer que su amor ya esté presente en el mundo! (cf. Hebreos 12:1-4). ¡Si perseveramos y mantenemos nuestro enfoque en Jesús, podremos estar seguros que superaremos todas las adversidades para poder vivir la vida al máximo, en esta vida y en la próxima!
Su sirviente en Cristo,
Tony Crescio is the founder of FRESHImage Ministries. He holds an MTS from the University of Notre Dame and is currently a PhD candidate in Christian Theology at Saint Louis University. His research focuses on the intersection between moral and sacramental theology. His dissertation is entitled, Presencing the Divine: Augustine, the Eucharist and the Ethics of Exemplarity.
Tony’s academic publications can be found here.