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Encontrando Unos a Otros en la Belleza

Beauty CrossXXIII Domingo Ordinario: 9-4-16

La Paz Sea Con Ustedes,

Como hemos visto las semanas pasadas, recibir formación pedagógica de Jesús es desafiante, por decir lo menos.  Al mismo tiempo, oímos a nuestro Señor advirtiéndonos de las dificultades que se les esperan a aquellos que escogen a seguir por el camino que Él recorre, y también oímos de la paz y esperanza que la vida de discipulado nos puede traer.  El mensaje que oímos este día no es menos desafiante, y en realidad, marca un crucero mientras caminamos y aprendemos a los pies del Maestro de Nazaret.

Para darnos cuenta de lo profundo de lo que está ocurriendo en el Evangelio de hoy, les pido que se imaginen que ustedes están en esa escena.  En el transcurso de las últimas semanas, hemos encontrado las palabras del Rabino de Nazaret desafiantes, misteriosas e intrigantes.  Tal vez debido a los dos últimos aspectos, ustedes como muchos otros, han decidido a acompañarlo por un tiempo más.  Mientras caminas en medio de un grupo de casual conocidos que constituyen un gran grupo de apóstoles ligeramente conectados de Jesús, Él se para, voltea a ver al grupo, y les dice, “Si alguno quiere venir a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, sus hermanos y hermanas, e incluso a su propia persona, no puede ser discípulo mío” (Lucas 14:26).  Si algún murmullo quedaba cuando Jesús se paro en seco, ahora se vuelve en silencio.  Volteas a ver a la persona a tu izquierda y a la de tu derecha confundido, como pidiendo una explicación, solo para darte cuenta que hasta la última persona en la multitud comparte tú mismo sentimiento.  ¿Qué está pasando?  La dificultad con las palabras que Jesús dice, se complican aún más cuando sigue hablando, diciendo “El que no carga con su propia cruz para seguirme luego, no puede ser discípulo mío” (Lucas 14:27).  El silencio que aturde, ahora se convierte en susurros de pánico, una sensación de desconcierto y terror se extiende por todo el grupo.

Ahora, para el lector y/o el oyente de hoy en día, en la apertura de la lectura del Evangelio de hoy, le puede parecer como que yo estoy exagerando lo que pudiera haber pasado en esta ocasión.  Sin embargo, este es el caso solamente con nosotros. Para nosotros, la cruz se ha convertido en un símbolo manso de nuestra afiliación religiosa, sin ninguna verdadera importancia práctica, ya que nunca hemos sido testigos de una crucifixión.  Sin embargo, para un Judío del primer siglo, este no era el caso.  Mejor dicho, para un Judío del primer siglo, la cruz no era un mero símbolo, sino que era un instrumento aterrador de tortura ejercido por los ocupantes Romanos para mantener el orden.  Si algún Judío se atrevía a pensar dos veces antes de tratar a subvertir a las autoridades Romanas, la cruz era un recordatorio constante: Si nos enfadas, te crucificamos.  Si, la cruz era un instrumento de tortura, y un instrumento de soledad.  Y para la consternación de aquellos en la multitud que te acompañan este día, parece como si Jesús los llama justo a eso.

Para acentuar la realidad de sus palabras, Jesús luego habla de los planes que la gente hace antes de emprender un gran proyecto, Él usa los ejemplos de la construcción de una torre y de ir a la guerra.  Luego concluye Su mensaje con las palabras: “Esto vale para ustedes: el que no renuncia a todo lo que tiene, no podrá ser discípulo mío” (Lucas 14:33).  El mensaje está claro, Jesús nos pide que consideremos lo que verdaderamente significa ser su discípulo, y si o si no estamos realmente comprometidos a la misión, y por lo tanto tenemos que tomar una decisión.  De todas maneras, antes de que perdamos la esperanza por completo, vamos a considerar que es lo que dice aquí Jesús, y para un poco de ayuda en esto, podemos referirnos a nuestra segunda lectura de Pablo.

La segunda lectura de hoy proviene de la carta de Pablo a Filemón.  El tema se refiere a un cierto individuo llamado, Onésimo, quien es al parecer, un esclavo fugitivo a quien Pablo tomo bajo su cuidado.  Es la intención de Pablo de regresar a Onésimo otra vez con Filemón, al hacerlo, también envía sus palabras escritas, en la forma de esta carta.  Para fin de apreciar lo que está pasando aquí, tenemos que entender que en la época Romana, el castigo para un esclavo fugitivo era la muerte. Y, sin embargo Pablo está dispuesto a regresar a Onésimo con Filemón.  Usted se puede preguntar, ¿está Pablo fuera de su mente? Una pregunta razonable, a menos de que ya usted supiera que Filemón y los de su casa eran probables miembros de la Iglesia Cristiana en Colosas.  Por lo tanto, cuando mandó a Onésimo de regreso con Filemón, Pablo estaba confiado en que Filemón actuaria con la misma caridad y misericordia Cristiana que el mismo había encontrado en Cristo.  Pablo escribe: “Tal vez esta es la razón por la que estuvo lejos de usted por un tiempo, para poder tenerlo para siempre a su regreso, ya no como un esclavo, pero más que un esclavo, como un hermano querido, amado especialmente por mí, Pablo, pero aún más para usted, como hombre y en el Señor” (V. 15).  Es esta línea que tiene especial poder explicativo con referencia a las palabras difíciles de nuestro Señor que escuchamos anteriormente.  Fíjense en lo que Pablo le escribe a Filemón, ‘estuvo lejos de usted por un tiempo, tal vez para que al su regreso, él se pudiera quedar para siempre, no como esclavo, sino como hermano y como hombre (i.e. un individuo con plena dignidad) en El Señor.’

Mis amigos, el mensaje de Jesús este fin de semana nos dice la misma cosa. ¿Tiene Jesús deseos de que nosotros odiemos a nuestra familia? ¡Absolutamente que no! Lo que está diciendo es que si nos apegamos a cualquier cosa, a nuestra familia o incluso a nuestra propia vida, ¡lo hemos perdido todo! Ya que es solo en la persona de Jesucristo crucificado que lo podremos ganar todo.  Como lo ven, Jesús es el ejemplo perfecto de lo que significa ser humano precisamente debido a la cruz.  Con la oportunidad de la cruz, Jesús tiene una manera de mostrarnos su amor de una manera radical y total, la cruz se convierte en ese momento cuando la belleza humana se muestra en su totalidad, porque no hay amor más grande que este (cf. Juan 15:13).  Es imitando esta belleza que podremos, a la misma vez, hacernos aún más humanos y alcanzar la habilidad de poder ver el contenido de belleza en todo a nuestro alrededor.  La consecuencia de esta imitación, es que nosotros lograremos a poder reflectar la belleza de Aquel que Es belleza, y viéndolo a Él lograremos a poder ver la belleza a todo a nuestro alrededor reflectada por Su mirada, permitiéndonos a ver a nuestros seres queridos como verdaderamente lo son, no solamente como tías, tíos, primos, hermanos o padres, sino que los veremos cómo reflexiones de la verdadera belleza que se encuentra solamente en Él quien nos amó hasta la muerte, aun una muerte en la cruz.

Su sirviente en Cristo,

Tony

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