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Viviendo La Virtud Natural

interior-lifeXXVII Domingo Ordinario: 10-2-16

La Paz Sea Con Ustedes,

A través de los últimos dos domingos en las parábolas del mayordomo deshonesto, y la del hombre rico y Lázaro, se nos ha recordado que es nuestra responsabilidad ser caritativos con los necesitados, de una manera especial, identificados con Cristo, el Dios mismo que Se hizo pobre para ser uno con nosotros.  Se nos enseno que al darle a los pobres le damos a Dios.  Este fin de semana, el mensaje del Evangelio nos recuerda que ser caritativos no es un acto súper humano, sino que es algo muy natural para la clase de creaturas que somos.

Nuestra primera lectura de hoy viene de Habacuc, encontramos al profeta llamando a Dios, preguntándole que hasta cuando terminara el maltrato que los Israelitas están sufriendo a manos de los Babilonios (como lo hace a lo largo del corto libro).  Como el profeta escribe, ¿Hasta cuándo, Yavé  te pediré socorro sin que tú me hagas caso, y te recordare la opresión sin que tu salves? (Habacuc 1:2).  La razón por la que esto es tan extraño al profeta y seguro que también para el pueblo de Israel, es que, como el profeta lo explica, no solo Dios parece ser indiferente, pero Él es indiferente a la gente que llama los suyos, sus hijos. ¿Qué ocurrió con el trato especial? ¿Qué paso con el favor de Dios?

De una manera semejante, en el Evangelio de hoy, encontramos a los discípulos rogándole a Jesús que les muestre favor especial “¡Auméntanos la fe!” ellos dicen (Lucas 17:5).  Esto parece ser una petición justa, ¿o no? Sin embargo, Jesús responde de una manera aparentemente indignado.  Pareciendo casi criticando su falta de fe, diciendo “Si ustedes tienen un poco de fe, no más grande de un granito de mostaza, dirán a ese árbol: “Arráncate y plántate en el mar, y el árbol les obedecerá” (Lucas 17:6).  Luego se pasa a hablar de los sirvientes, que nunca esperan ser servidos por el maestro, sino que simplemente siguen con su deber, nunca esperando un trato especial.  Luego les dice que esta es la forma en que deben de ser, diciendo, “Asi también ustedes, cuando hayan hecho lo que se les ha sido mandado, digan, ‘Somos servidores no necesarios, hemos hecho lo que era nuestro deber’” (Lucas 17:10).  Estas no son exactamente las palabras de aliento que seguramente los discípulos esperaban oír dada su solicitud.  ¿O las son?

¿Qué es lo que Jesús está realmente diciendo aquí? Él se ha pasado la última parte del Evangelio de Lucas diciéndoles que ellos tienen que ser caritativos con aquellos que lo necesitan.  Luego, en el ínterin (la parte justo antes del Evangelio de este fin de semana), les dice que han de perdonar sin límite como El perdona (Lucas 17:4).  Ahora, tomando en cuenta las enormes exigencias que Jesús parece estar imponiendo a sus discípulos, ¿no parece normal que ellos esperen algo a cambio? Pero Jesús prontamente pone un fin a esta clase de pensamientos, diciéndoles que vivir de esta manera no es nada extraordinario, si hicieran todo esto, ellos simplemente estarían haciendo lo que están llamados a hacer.  ¿Por qué dice esto Jesús?

La razón por la que Jesús dice estas cosas es porque para las personas creadas a la imagen de Dios, es normal ser caritativos, es normal confiar en Dios, es normal perdonar.  En breve, ¡siendo la presencia de Dios en el mundo es parte del curso! Para ver esto y decir, “Bueno, ¿Por qué debo hacer esto yo si no saco nada para mí? ¡Esto es la peor manera de verlo! Lo que estas recibiendo de ello es exactamente para lo que fuiste creado, ¡vida compartida con Dios! No es extraordinario hacer estas cosas precisamente porque tú, como todos los que Dios ha creado, has sido creado bueno, y vivir a fin de reflejar la bondad de Dios es natural.  En otras palabras, somos por naturaleza, virtuosos.

San Antonio del Desierto, el ermitaño, expreso una generosidad enorme antes de llevar a cabo su vida de soledad.  Habiendo crecido en una familia rica, les dio a los pobres todo lo tenía, y se fue a vivir una vida de relativa soledad (porque la gente lo buscaba para pedirle consejo) con el fin de contemplar a Dios.  Entender esto como que Antonio renuncio al mundo sería un error.  El no vio al mundo como un lugar malo, sino como un lugar donde el amor de Dios seria vivido y compartido por aquellos que poseen su imagen.  El exhorto a la gente a que cuidaran a los pobres, como hemos escuchado en los Evangelios de las últimas semanas. Y como se nos dice en nuestro Evangelio de hoy, él le recordó a la gente que ser virtuosos, ser buenos, era una cosa natural como gente que lleva la imagen de Dios diciendo, “Cómo el Señor nos ha dicho antes, el Reino de Dios está dentro de ustedes.  Todo lo que la virtud necesita, entonces, es nuestra voluntad, ya que esta en nosotros y surge de nosotros…Se mantiene firme conforme a la naturaleza cuando permanece como se hiso–y se hiso hermosa y perfectamente recta” (Atanasio, La Vida de Antonio, página 20).  Ahora, es posible que ustedes se digan, ‘Antonio parece un poco optimista, ¡el mundo no parece estar lleno de gente bellamente cariñosa como él lo dice! Y ustedes estarían correcto, pero para Antonio, como vemos hoy en Pablo también, esto es porque aunque la virtud y bondad son natural para nosotros como seres creados en la imagen de Dios, no podemos vivir según esa imagen aparte de Dios.  En breve, aparte de Dios, no podemos ser humanos.

Amigos mios, vivir la vida para lo cual fuimos creados significa estar perfectamente de acuerdo con la voluntad de Dios.  ¿Cómo hacemos esto? Se necesita tiempo y esfuerzo, y mucha ayuda de Dios, la cual nos promete en la forma del Espíritu Santo, El cual recibimos en el bautismo.  Este es el Espíritu de poder y amor que Pablo  exhorta a Timoteo y a nosotros a que lo protejamos y a atizar las llamas este día permitiendo que el Espíritu Santo trabaje en y a través de nosotros (2 Timoteo 1:6-8 y 13-14).  Si, el mundo en el que vivimos no es lo que nos gustaría que fuera, en realidad, es un caos absoluto.  Pero hoy se nos recuerda que este no es el plan de Dios para nosotros.  Más bien, el plan de Dios, el cual se cumplirá al final de los tiempos, es que todos vivan la vida de amor a la cual nos ha llamado, a sus discípulos, a que vivamos a partir de hoy.  Así que hay que seguir a correr la carrera y a confiar en el plan de Dios.  Porque como Dios le recuerda a Habacuc, “el plan que él tenía cuando creo el mundo no será frustrado, sino que se llevara a término, y si de demora en llegar, espérala, pues vendrá ciertamente y sin retraso.  Aquí la tienes: El que vacila nunca contará con mi favor, el justo si vivirá por su fidelidad” (Habacuc 2:3-4).

Su sirviente en Cristo,

Tony

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