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Un Vistazo A La Felicidad

sycamoreXXXI Domingo Ordinario: 10-30-16

La paz sea con Ustedes,

El pasado fin de semana, en la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos, vimos que podemos hacer lo que Dios nos llama a hacer, i.e. perdonar, ser generosos, etc., y todavía estar lejos de quien es que se nos llama a ser, si lo hacemos por las razones equivocadas.  Es decir, si vivimos el tipo de vida que la Biblia nos indica a fin de edificarnos tanto en nuestra mente como en la mente de los demás, entonces nos hemos alejado del camino que se nos ha llamado a seguir.  Vimos esto en la vida del fariseo, quien estaba más interesado en hacerle saber a Dios y a todos los demás lo grande que era en vez de verdaderamente tratar de cultivar una relación con Dios.  A cambio, vimos que lo que se requiere para mantener una relación con Dios es la humildad, ya que solo la humildad nos da la perspectiva correcta, i.e. que somos totalmente dependientes de Dios para todo lo que somos y tenemos.  Este fin de semana, encontramos un ejemplo de lo que puede suceder si nos acercamos a Dios con la actitud correcta en nuestros corazones.

¿Qué es lo que tú deseas? ¿Qué realmente quieres más que alguna otra cosa? Experimentamos toda una serie de deseos a lo largo de nuestro día; tenemos hambre y deseamos comer, nos cansamos y deseamos dormir, vemos un anuncio para el ultimo smart phone y deseamos los medios para obtener uno, nuestro favorito equipo deportivo va a jugar esta noche y deseamos ver el partido, vemos que un trabajo se abrió en la empresa para la que trabajamos y deseamos esa promoción.  La lista podría seguir y seguir y seguir. Dicho simplemente, somos creaturas de deseo; y esto de sí mismo no es malo; muy a menudo las cosas que deseamos son naturales y simplemente nos ayudan a sobrevivir, así como los deseos de comer y de descansar lo muestran. Pero al final, debe haber algo que nos obliga a seguir adelante, debe haber un deseo que triunfa sobre todos los otros y los dirige. La pregunta es ¿Qué es ese deseo?

Una y otra vez en sus obras, San Agustín sostiene la proposición de que el último deseo de todo ser humano es la felicidad. El escribe: “Ciertamente todos deseamos vivir felices. No hay ningún ser humano que no asentiría a este discurso casi antes de que se pronunciara” (El Modo de Vida de la Iglesia Católica, p.4). Yo sugeriría que esto no es menos el caso hoy de lo que era hace 1600 años cuando Agustín escribió estas palabras. Me pareció que este era el caso cuando tuve el privilegio de servir como un ministro de jóvenes y adultos jóvenes. Si se les pregunta a los jóvenes de hoy en día que es lo que desean, más a menudo que no, ellos dicen directamente que desean ser felices. ¡Y esto es una cosa buena! La tradición cristiana sostiene que fuimos creados para ser felices, y que esto es al final el propósito de la vida cristiana, obtener la felicidad. Sin embargo, esta tradición sostiene que, mientras que es perfectamente natural y bueno querer ser feliz, solo hay una manera de ser verdaderamente feliz. Así contrariamente a la creencia popular, sus enseñanzas tienen la intención de llevarnos a la vida feliz. La pregunta es entonces, ¿Cómo es que podemos ser felices? En el Evangelio de hoy, se nos presenta una figura muy interesante llamado Zaqueo. Se nos dice que Zaqueo era un recaudador de impuestos, y como vimos la semana pasada, y como el mismo Zaqueo parece sugerir en nuestro mensaje del Evangelio para este fin de semana, la tentación estaba allí para que el aprovechara de su posición, cobrando mas de la cantidad requerida para “llenar sus bolsillos” por decirlo así. Esto lo hizo como a todos los recaudadores de impuestos de su tiempo, un objeto de burla, como vemos afirmado en la historia de hoy (Lucas 19:7). ¿Por qué existe esta tentación? Si asumimos que ultimadamente todos deseamos ser felices, se entiende que Zaqueo o cualquiera persona que se entrega a la tentación de abusar su posición para beneficio personal, lo hacen porque creen, aunque falsamente, que al hacerlo les traerá más felicidad. Así vemos que como el resto de nosotros, Zaqueo es susceptible de sucumbir a la tentación de vez en cuando, y que tiene sus luchas en la vida, entre estas luchas, se nos dice que era de “poca estatura” (Lucas 19:3). Si, la razón por la cual Zaqueo fue famoso es porque era un hombre bajo. Si han escuchado la canción cantada acerca de el por la historieta popular de niños, Veggietales, nos dicen que “Zaqueo era un pequeño hombre y un hombre pequeño era el,” una y otra vez y en el video, nos incitan signos en varios idiomas afirmando lo mismo. ¿Por qué todo este énfasis en la estatura de Zaqueo como un hombre desafiado verticalmente?

La tradición cristiana sostiene que nuestro único Objeto de la felicidad y nuestro verdadero Bien, es Dios, y aparte de Él, no podemos ser verdaderamente felices. Además, como vemos en nuestra primera lectura de hoy del Libro de Sabiduría, La tradición Cristiana sostiene que solo Dios ha creado todas las cosas, pero que continuamente las mantiene en existencia pos Su presencia inmediata (Sabiduría 11:24-12:1). Si estas enseñanzas son verdaderas, parece que no deberíamos tener ningún problema para ser feliz, porque deberíamos ser capaces de ver nuestro Objeto de felicidad a nuestro alrededor, y tener profundo placer en eso. Sin embargo, el índice la depresión y el suicidio siguen aumentando en nuestro mundo. Y ¿Quién entre nosotros no sufre de tristeza o ansiedad de vez en cuando? ¿Cuál es el problema? El problema es que, como Zaqueo, todos estamos desafiados verticalmente.

Demos un vistazo a la lectura del Evangelio nuevamente. ¿Por qué se nos dice que Zaqueo era corto de estatura? La multitud que lo rodeaba le impedía a ver a Jesús, el objeto de su deseo, y así es con todos nosotros. Si, nuestro Dios, el Objeto de nuestra felicidad impregna nuestro mundo en cada cosa que vive y respira, y sin embargo, estamos tan distraídos por falsos objetos de felicidad que no reconocemos Su presencia, y así fallamos al no poner nuestras esperanzas en la Única cosa que puede hacernos verdaderamente felices. Esta es la razón por la que Zaqueo se nos presenta como un ejemplo para nosotros este día. El nombre Zaqueo significa “limpio” o “puro” en Hebreo. Si, con todo y sus faltas, su propio nombre nos sugiere que este hombre estaba limpio o puro, ¿Cómo puede ser esto? La pureza de Zaqueo estaba en su deseo. Si, cayo una y otra vez, se quedó corto de lo que es vivir una vida verdaderamente humana, en breve, pecó, al igual que todos nosotros. Pero esto no cambia el hecho de que últimamente, Zaqueo tenía su único objeto de deseo en su Dios. Es por eso que subió a ese árbol para ver a Jesús, él sabía que tenía que pasar por encima de la multitud y por encima del ruido de la multitud a su alrededor si iba a poder ver bien a Jesús y a encontrarlo. En otras palabras, Zaqueo fue motivado por fe, fe que independientemente de lo que decía la multitud, el necesitaba llegar a Jesús, y la suprema ironía de la historia, como llegamos a aprender, es que ¡Jesús lo estaba buscando a él! Imagínate sentado en ese árbol. Todo lo que quieres es ver a Jesús, solo para poner los ojos en Él por un segundo, y en lugar de pasar, ¡Él camina directamente a ti y te dice que te bajes porque va a cenar contigo!

Amigos míos, ¡esta es nuestra historia! Pasamos tanto tiempo y esfuerzo tratando de encontrar la felicidad y todo el tiempo, ¡nuestro Dios nos está buscando para darnos lo que anhelamos más que cualquier otra cosa! No debe pasar desapercibido por nosotros que este encuentro toma lugar en un árbol. Fue un árbol en el cual Adán y Eva se metieron y nos metieron en la difícil situación a la que nos enfrentamos (Génisis 3:1-24), y fue un árbol que nuestro Salvador subió para liberarnos de todo lo que nos inquieta reuniéndonos con Dios (Juan 3:14-15). Todos tenemos nuestros individuales árboles que subir, nuestras cruces que cargar, y el mensaje que nuestro Dios tiene para nosotros este día es que si nos mantenemos enfocados en El, podemos estar seguros de que El “lleve a efecto sus buenos propósitos, haciendo que su fue sea activa y eficiente. De ese modo el nombre de Jesús, nuestro Señor, será glorificado a través de ustedes y ustedes lo serán en él, por gracia de nuestro Dios y de Cristo Jesús, el Señor (2 Tesalonicenses 1:11-12). Al fin de los Veggietales, la canción de Zaqueo nos dice que Zaqueo era un “hombrecito feliz” porque vio al Señor ese día. El vio al Señor ese día porque actuó sobre la fe, ignorando las distracciones del mundo que le rodeaban. Hoy, no corras de los desafíos que enfrentas, sino que enfréntalos de frente con fe, sabiendo que nuestro Dios te encontrará allí y te dará la gracia necesaria para superarlos. Y al hacerlo, permites que la fe haga lo que está destinada a hacer, que es darte una experiencia real de lo que tu anhelas aquí y ahora, la verdadera felicidad.

Su sirviente en Cristo,

Tony

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