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Un Mundo Lleno de Prójimos

NeighborsXV Domingo ordinario: 7-10-16

La Paz sea con Ustedes,

La semana pasada Jesús nos mandó en misión como sus discípulos a proclamar el mensaje del Evangelio a todos los pueblos.  Esta semana se nos da más instrucción en lo que significa ser un discípulo en la parábola del Buen Samaritano.

La parábola del Buen Samaritano surge de una pregunta dirigida a Jesús por un maestro de la ley, el cual le pregunta Jesús ‘¿Qué debo hacer para conseguir la vida eterna?’  A esta pregunta Jesús responde que debemos seguir la ley, la cual el maestro resume acertadamente relatando el precepto doble del amor, es decir amor de Dios y amor al prójimo.  Quizás para tantear a Jesús o para aprender de Él, el maestro le pregunta a Jesús una pregunta lógica basada en esto: ‘Quien es mi prójimo?’

Basándonos en la conversación anterior, podemos leer esta parábola como una explicación alegórica de cómo debemos vivir el precepto doble de amor.  Para los Padres de la iglesia, el Buen Samaritano no es otro más que Jesús.  Es El quien encuentra al hombre medio muerto al lado de la carretera, a quien ellos veían como Adán, el sustituto de la raza humana caída; media muerta porque se habían caído de la vida de perfecta relación con Dios, pero aun no totalmente muertos porque todavía llevaban la imagen de Dios, haciéndolos capables de conocer a Dios, y por lo tanto capables de restablecer amistad con Dios.  Sin embargo, como medios muertos, la familia humana caída necesitaba la reconciliación con Dios para estar completamente viva otra vez.  Asi Dios mismo se hiso hombre (simbolizado por el animal en donde subió al hombre herido para darle atención pagando el costo de su curación por el inmenso amor a Dios Padre y la familia humana (simbolizada por las monedas).  Los Padres de la iglesia vieron este lugar de curación como la Iglesia, el lugar de sanación para la familia humana, porque allí es el lugar en donde se reunen y son restauresidos a completa comunión con su Dios, así haciéndoles posible vivir la vida completa para la cual fueron creados.

Sin embargo este relato no termina aquí, porque no hemos sido llamados a ser pasivos en la historia de la salvación sino activos.  Asi, habiendo recibido sanación, debemos ser instrumentos de curación para el mundo (nuestros prójimos) siendo imitadores del Buen Samaritano, Jesucristo, quien nos llama a “ir y hacer lo mismo.”

Su sirviente en Cristo,

Tony

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