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Un Altar De Manos Humanas

beggarXXV Domingo Ordinario: 9-18-16

La Paz Sea Con Ustedes,

El mensaje del Evangelio que escuchamos la semana pasada nos desafío a que nos enfrentáramos a la incómoda realidad que somos seres caídos confrontándonos con la señal más clara de nuestra condición caída, i.e. que nos alejamos del amor de Dios precisamente cuando Él nos lo ofrece.  Una reacción natural a esta realidad seria a entregarla a la esfera de lo abstracto; diciendo algo como “bueno es muy difícil tener una relación con Dios porque yo no lo puedo ver ni oír.” Esto tiene elementos que parecen ser verdad hasta un cierto grado; sin embargo, no es mi intención de refutar esta reacción punto por punto.  En vez, como vemos en nuestras lecturas de hoy, incluso si ese fuera realmente el caso, esto no es excusa para no entrar activamente en una relación de amor con nuestro Dios.

Nuestra primera lectura para esta semana viene del libro del profeta Amos.  Muchos escolares bíblicos se refieren a Amos como el profeta de la Justicia social.  La razón por esto es que en el centro del mensaje profético de Amos está el tema de la justicia social, como lo vemos ejemplificado en nuestra primera lectura de hoy.

Ahí encontramos al profeta acusando al pueblo de Israel de ‘pisotear a los necesitados y de la destrucción de los pobres de la tierra’ a través de prácticas de negocios fraudulentos (Amos 8:4-6). Como oímos del profeta, tales prácticas no pasan desapercibidas por Dios y Él nos promete que el pueblo se enfrentara a juicio debido a tales actos.  Así, vemos aquí que Dios claramente toma una posición al lado de los necesitados, una tendencia que no va a terminar con la tradición del Antiguo Testamento sino que es evidente en el Nuevo Testamento, especialmente en el Evangelio de Lucas.  Con esto en mente, pasemos a la lectura del Evangelio de hoy.

La parábola que nos cuenta hoy Jesús, se presenta de una manera desconcertante.  A primera vista, parece que Él está poniendo a un hombre que obviamente conduce sus negocios de una manera engañosa en luz positiva, diciendo al final “El patrón admiro la manera tan inteligente de ese administrador que lo estafaba,” luego añadió, “Utilicen el dinero sucio para hacerse amigos, para que cuando les llegue a faltar, los reciban a ustedes en las moradas eternas” (Lucas 16:8 y 9).  Entonces, ¿qué Pasa? Nos está proponiendo Jesús que actuemos de manera deshonesta cuando se trata de negocios y nos dice que de algún modo haciendo esto nos asegurara la vida Eterna? Bueno, si la lectura se para allí podemos tener la razón al pensar que Jesús está contradiciendo el resto del mensaje del Evangelio, sin embargo, la conclusión del mensaje del Evangelio nos da una pista en cuanto a cómo leer la parábola.

Habiendo terminado la parábola, Jesús dice: “Ningún siervo quede servir a dos patrones, porque necesariamente odiara a uno y amara al otro o bien será fiel a uno y despreciara al otro.  Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero” (Lucas 16:13).  Así, Jesús nos pone una decisión enfrente de nosotros, servimos a Dios o al dinero.  Para ponerlo de diferente manera, ¿a qué dedicamos nuestra energía? ¿A aumentar riquezas materiales, o a aumentar el Reino de Dios? La pregunta entonces esta clara, pero surge aun otra pregunta: ¿Cómo es que el administrador deshonesto sirve de buen ejemplo de una persona que dedica sus energías a aumentar el Reino de Dios? Para empezar, debemos entender la descripción del hombre como un administrador.  En este contexto histórico, un administrador era el servidor principal que se ocupaba de los asuntos de negocios de su patrón, es por ello que vemos en la parábola que el administrador es capaz de disminuir las deudas que le deben al patrón varios individuos.  Ahora, debemos estar claros, que las motivaciones y las maneras en las cuales el administrador lleva a cabo sus asuntos están equivocados, ya que el solamente trata de salvar a su propio pellejo y lo hace de una manera muy engañosa.  Es claro que esto no es lo que Jesús nos señala como ejemplar.  Lo que Jesús pone de ejemplo es con quien es generoso el administrador.  En la historia, los individuos con quien el administrador es generoso son aquellos que tienen una deuda grande con el patrón, evidentemente aquellos que estaban lo suficientemente necesitados para pedir un préstamo (de cualquier forma que hubiera sido el préstamo) en primer lugar.  Por lo tanto, aunque debido a motivaciones equivocadas el administrador ayuda a los necesitados.  Simplemente dicho, el administrador acaba por poner el énfasis en las personas en lugar de la riqueza.  Vemos esto según lo indican sus pensamientos: “Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me quiten el cargo tenga gente que me reciba en su casa” (Lucas 16-4).  De una manera desconcertante, el administrador acaba actuando de una manera contraria a la cual fue condenada por Dios a través del profeta Isaías.  Porque aunque actuó engañosamente, lo hace con el fin de hacer amistad con los necesitados y es precisamente este énfasis en la persona que Jesús elogia incluso yendo tan lejos como para ponerlo de ejemplo a otros en cuanto a cómo pueden ganar “moradas eternas.” Así  que nuestra próxima pregunta debe de ser: ¿Por qué es la generosidad a los necesitados tan agradable a Dios?

La respuesta a esta pregunta es doble.  Primeramente, la Iglesia ha entendido desde hace mucho que ser generoso e identificarse con los pobres es imitar a Jesús, quien aunque era Dios, se hiso pobre como nosotros (Filipinos 2:6-7).  Consecuentemente, ser generosos con los pobres es ser generoso con el que lleva la imagen de Cristo de una manera muy profunda y real, tal que ser generoso con ellos es ser generoso con Dios mismo, como vemos en la parábola del último Juicio (Mateo 25).  Hablando sobre este tema a su congregación, San Juan Crisóstomo desafío a su congregación de una manera que aún es muy desafiante para nosotros los que nos llamamos cristianos hoy en día: “Ustedes honran a este altar en efecto debido a que reciben el Cuerpo de Cristo (en la Eucaristía).  Pero al hombre pobre, que es el mismo Cuerpo de Cristo, lo tratan con desdén…Ustedes pueden ver este altar por ahí en todas partes, en las calles y en los mercados, y se puede ofrecer sacrificio sobre ellos cada hora; porque en esto también se lleva a cabo el sacrificio” (Homilía sobre 2 Corintios).

Mis amigos, si las palabras de Jesús son algo oscuras, el mensaje de Juan Crisóstomo nos lo clarifica.  Nos encontramos en un mundo que pone las riquezas materiales como el bien supremo.  Al mismo tiempo, nos encontramos en una sociedad que puede ver la división entre los ricos y pobres creciendo con cada día que pasa.  Una simple mirada en las calles de nuestras ciudades cuenta la historia, esto no es un secreto, estamos rodeados por aquellos que carecen las necesidades más básicas de la vida.  Este día el Evangelio nos desafía a ver a los necesitados, y a no verlos como a alguien que quiere tomar algo de nosotros, sino a verlos como alguien que nos da una hermosa oportunidad.  Si nos lo permitimos, vemos el rostro de Aquel quien es la Imagen que llevamos en las caras de todos los que extienden sus manos  hacia nosotros por necesidad, y esas manos que se extienden ya no aparecen agarrar lo que no es de ellos.  En vez, veremos a esas manos como lo que son; un altar sobre el cual se ofrece un regalo a nuestro Dios con amor, una oportunidad para regresarle a Dios lo que ya le pertenece a Él, una oportunidad para regresarle amor a El de Quien tan a menudo nos alejamos.

Su sirviente en Cristo,

Tony

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