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Solo El Amor Perdura

perseveranceXXXIII Domingo ordinario: 11-13-16

La Paz Sea Con Ustedes,

El pasado fin de semana comenzamos el primero de tres fines de semana que tienen que ver con los “tiempos finales.” En esto vimos que aunque nuestras vidas serán perfeccionadas al final de los tiempos, podemos empezar y de hecho estamos destinados a experimentar una vida de salvación comenzando aquí y ahora viviendo una vida de unidad con nuestro Dios (a la medida en que esto es posible a este lado de la eternidad).  Este fin de semana, continuamos con el mismo tema, pero con mayor énfasis en las dificultades que enfrentaremos en nuestra peregrinación en camino a nuestra casa con Dios.

La primera lectura de Malaquías establece un tono misterioso para este fin de semana hablando muy gráficamente de la sentencia que va a caer sobre la nación de Israel.  Malaquías escribe: “Porque ya llega el día, ardiente como un horno.  Todos los orgullosos y los que hacen el mal serán quemados como paja por el fuego de ese día.  No quedaran de ellos ni ramas ni raíces.” (3:19).  Seguro que el profeta habla en términos de juicio divino, y no está en peligro de remilgar palabras en la expresión de su mensaje.  Es claro que la gente ha actuado de una manera que viola la ley de Dios, y también es claro que van a sufrir las consecuencias por haberlo hecho de una manera catastrófica.  Sin embargo, hay algunas cosas que guardar en mente al oír estas palabras de Malaquías.  Primero, aunque tomo el tenor de Isaías y algunos de los otros profetas que condenaron muy gráficamente la traición de la ley de Dios por parte de Israel y que los llevaría a su exilo, Malaquías escribe en la era post-exilio.  La gente ha regresado a Israel, su patria y así han visto la salvación que Dios les ha traído.  Sin embargo, no parece que la gente había cambiado sus maneras de ser, dando por resultado el mensaje severo que reciben del profeta.  En segundo lugar, como el último libro del Antiguo Testamento, Malaquías representa un tipo de transición.  El Juicio por venir se describe en términos apocalípticos que se parecen a las palabras que Jesús usara para hablar del juicio final, e.g. fuego, y ruina absoluta (Mateo 24:2 y 25:41; Juan 15:6).  Sin embargo, el fuego del juicio de Dios desde la perspectiva de Malaquías vendrá de una manera muy diferente, i.e. en una persona.  Del libro de Malaquías oímos que Dios mandara a su mensajero que actuara como el fuego de un refinador, como la lejía’ (3:2b), que limpiara a la gente para que ellos puedan hacer un sacrificio aceptable para Dios una vez más (3:4).  Así, mientras que Malaquías usa términos apocalípticos “del fin de los tiempos” y así se puede leer de tal manera para hablar de la parousia, el contexto inmediato de Malaquías habla de la llegada de Jesús, por lo que la iglesia ha leído tradicionalmente los pasajes anteriores como la predicción del episodio de Jesús limpiando el templo (Mateo 21:12-13 y Juan 2:13-22).  En tercer lugar, es importante notar que es exactamente lo que las personas han hecho que debe ser corregido.  En este aspecto, Malaquías no está corto de ejemplos, el habla en términos muy fuertes de la gente que es tacana con sus ofrendas a Dios (1:6-14 y 3:6-11); el colapso de uniones maritales (2:10-16); y el aprovechamiento de los trabajadores y de los necesitados (3:-5).  En breve, la gente no solo falló a vivir con la ley de Dios, ni siquiera después de recibir la buena fortuna de regresar a su patria, parecen que son incapaz de hacerlo.  Por lo tanto la gente estan no solo necesitados de un juez, sino de un juez que primeramente sea un salvador que pueda limpiar a la gente para que puedan otra vez vivir con la correcta relación con Dios.

No debe existir ninguna duda que el salvador del que habla Malaquías es Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, quien une la familia humana a Dios en su misma Persona y finalmente consolidara esta unión a través de su muerte salvadora, resurrección y ascensión.  Sin embargo, no debemos creer que estos son los únicos actos salvadores de Jesús; debemos darnos cuenta de que toda la vida de Jesús es salvífica.  ¿Cómo podemos entender esto? Por cada cargo nivelado contra la gente por Malaquías, hay una abundancia de ejemplos de la vida de Jesús que hacen exactamente lo contrario.  Por ejemplo, hace de toda su vida una ofrenda a Dios (Juan 4:34 y 6:38), condena categóricamente el divorcio (Mateo 19:3-9; Marcos 10:2-9), y se identifica con los  pobres y con los marginados de la sociedad (Mateo 25:42 y 45; Filipenses 2:5-8).  En breve, porque experimento toda la vida humana, también la santifico en su totalidad, y al hacerlo demuestra lo que significa vivir una vida de unidad con Dios que comienza aquí y ahora.  Además, él no nos pide simplemente que creamos que como ya nos ha salvado, solamente tenemos que sentarnos y esperar el día del juicio final, con la idea que porque tenemos fe en que ya hemos sido salvados no tenemos nada que hacer con respecto a nuestra salvación, nada de eso.  En cambio, EL nos pide que vivamos de una manera similar, exigiendo que luchemos para alcanzar la perfección en la vida (Mateo 5:48), diciéndonos que si lo amamos, viviremos el mandamiento que nos ha dado que culmina en el amor a Dios y al prójimo (Juan 14:15 y 23).  Sin embargo, como oímos en el Evangelio de hoy, al vivir la vida de tal manera es seguro que nos traerá sufrimientos.

En el Evangelio de hoy, le preguntan a Jesús sobre los tiempos finales y lo que ocurrirá a medida que se acercan (Lucas 21:7).  En respuesta Jesús describe cosas que ya vemos ocurriendo a nuestro alrededor hoy en día, guerras, temblores, hambrunas etc. (Lucas 21:10-11), y luego añade, “Pero…” Lo que Jesús sugiere aquí es que cosas malas seguirán ocurriendo hasta el último día, y por lo tanto su respuesta no señala un tiempo particular en la historia sino que nos exhorta a vivir la vida que ha demostrado para nosotros y dejar el plan para la historia en las manos de Divina Providencia, porque de esta manera no tenemos que preocuparnos acerca de cuando llegara el fin, sino que estaremos continuamente preparados.  Es por eso que siguiendo la palabra Pero,” Jesus les dice a sus seguidores que experimentaran persecución a manos de los que los rodean (Lucas 21:12) y les dice que esto dará lugar a que den testimonio (Lucas 12:13). ¿Cómo será este testimonio? Seguro que incluye estar listo para dar una respuesta verbal para… ¿qué exactamente? Él les dice, “serán odiados por todos a causa de mi nombre” (Lucas 21:18).  Parece extraño, no es así, que los creyentes en Cristo deben ser odiados simplemente por su creencia, de hecho, tal proposición parece absurda.  Pues si todo lo que se necesitara era una simple creencia en Cristo, ¿no podría uno mantener eso en la custodia de nuestro corazón y mente sin que nadie sepa que de hecho sostenemos tal creencia? Simplemente, no.  Por eso Jesús nos ordena una y otra vez que vivamos el mandamiento de amar, y por eso Pablo nos dice que sigamos procurando nuestra salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12), y por eso Santiago nos dice categóricamente que la fe sin obras está muerta’ (Santiago 2:17).  Es precisamente viviendo la fe que es la causa por la cual los seguidores de Jesús son perseguidos y tienen que dar testimonio de su fe, por vivir una vida de amor puro y verdadero (la cual trágicamente malinterpretan) es tan contrario a la vida del mundo que no solo los confunde y los molesta, pero es detestable para ellos hasta el punto de que desean borrarlos de su vista (cf. Sabiduría 2:12-20).

Amigos míos, como lo prometió Jesús vivimos en tal tiempo.  Vivimos en una era donde muchos intentan a relegar el mensaje del Evangelio ya sea como una enseñanza de una época pasada, y por lo tanto en necesidad de reforma con el fin de “mantenerse con los tiempos,” o como una simple enseñanza moral que quiera que las personas sean amables unos con otros.  Pero como vemos, este no es el Evangelio.  La enseñanza de Jesús no tiene como objetivo que la gente se lleve bien o simplemente sean agradables unos con otros (cf. Mateo 10:34), no vino a darle a la gente de su tiempo unas reglas simples para vivir que pudieran ser desechadas o poder dejar al lado cuando se volvieran inconvenientes (cf. Lucas 21:33), Él vino a demostrarle al mundo cuanto Dios nos ama y desea la unidad con nosotros (cf. Juan 17:23-24), y para ello, vivió una vida de amor entre nosotros; un amor que tiene benevolencia, justicia y auto-sacrificio como sus marcas distintivas, características que un mundo tan trágicamente caído y separado de Dios ya no reconoce como rasgos definitivos del amor verdadero (cf. Juan 13:1; Juan 15:13; Corintios 1:23).  Este fin de semana Jesús nos recuerda que vivir tal vida es extremamente difícil, pero también nos recuerda que, independientemente del mensaje del mundo y de los obstáculos y distracciones que pone a nuestro camino, esta es la vida para la cual fuimos creados y nos promete que si nos quedamos cerca de él y permanecemos en la unidad que vino a restablecer entre la familia humana y su Creador, nosotros también a través de esfuerzo y perseverancia podemos vivir vidas de amor aceptables a Dios, y a través de esa perduración hasta el final, alcanzar la vida a toda plenitud (cf. Lucas 21:19).

Su sirviente en Cristo,

Tony

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